Noche de Apertura
Durante la jornada fueron llegando grandes cantidades de personas al hotel pero no todos eran huéspedes. Algunos parecían ser empresarios de San Hideo interesados en conocer las instalaciones y otros tenían pinta de trabajar como invitados de fiestas.
Un sujeto que hizo notar su presencia fue un tal
Paquito que, luego de saludar en la puerta a otras personas como si las conociera, se dirigió a la recepción y se la pasó hablando a los gritos. Para algunos empleados tenía pinta de ser un gordito simpático, otros lo encontraron insoportable.
Se le entregó la llave de la habitación estándar número 131 en el piso 13.
Caleb estaba en la recepción yendo de un lado a otro, y captó su atención ver a un tipo con bigotillo y cara de enojado. Tenía unos gestos corporales similares al otro huésped. Se trataba de
Adolfillo, a quien le entregaron la habitación estándar número 35 en el piso 3. Por un momento pareció que se contuvo de levantar el brazo derecho, para finalmente escabullirse entre la multitud.
Quien llegó haciendo escándalo fue el famoso
Richard Trumont. Iba atropellando a todo el mundo, cargando su equipaje y maldiciendo. En ese momento el botones haitiano Antoni se acercó para tomar sus maletas, pero Richard lo espantó haciendo gestos iracundos con los brazos.
Richard: ¡Aléjate de mis maletas! ¡Seguro quieres robarte mi dinero bien ganado!
Caleb hizo rápidamente un gesto a otro botones para que se ocupe de la situación. Este nuevo parecía ser del agrado de Richard, por lo que no hubo altercados.
En la recepción se le entregó a Richard la llave del Penthouse A en el piso 21.
Mientras continuaba llegando gente hubo un momento de alteración cuando un grupo de alborotadores ingresó abriéndose paso a empujones. Se trataba del famoso
José Federico IllDefonso de Todos los Santos y sus cuatro amigotes que ya parecían estar borrachos. Iban riéndose a carcajadas, hasta que José levantó el brazo apuntando al techo mientras decía...
José: ¡Quiero saber dónde está el fucking bar de este
joutel!
Uno de los amigos le señaló el bar del lobby pero José ya no le prestaba atención y estaba en la recepción. Allí se le entregó la llave del Penthouse B del piso 22, y mientras los cinco se apiñaban en un ascensor la recepcionista le hizo un gesto a la mucama más cercana para que se prepare a lidiar con lo que suceda allá arriba.
En un contraste absoluto, llegó una familia donde el hijo seguía insistiendo a sus padres con la promesa de que le darían su habitación propia. El padre parecía un poco irritado, pero seguía diciendo que no iba a faltar a su palabra.
La recepcionista se ocupó de todo rápidamente. Era la familia Dickson, gente que parecía ser bastante tranquila. A
Steven se le dio la llave de la habitación estándar número 133 en el piso 13, Antoni se ofreció a llevar su equipaje. El resto de la familia recibió la llave de la habitación 145 en el piso 14.
Steven pareció disimular un suspiro de alivio al ver que estaría incluso en un piso diferente.
En las profundidades del hotel, los guardias miraban atentamente los monitores que había por toda la pared. Transmitían en vivo desde las cámaras de seguridad, estaban viendo los arribos y algunos movimientos de los recién llegados.
Un par de guardias se detuvieron en un sujeto que caminaba por un pasillo del piso 15. No sabían que se trataba de
Henry Wright, quien había recibido la llave de la habitación estándar número 152. Los guardias debatían si se parecía a un actor famoso o no.
La sala de los monitores era bastante espaciosa, y en un sector un poco más alejado había varios escritorios con guardias trabajando en computadoras. Todos tenían un intercomunicador en la mesa, cada uno conectaba con otro intercom en algún lugar del hotel.
Tomoyo iba caminando entre los escritorios con las manos en la espalda, supervisando el trabajo que estaban haciendo. Un guardia se encontraba observando informes sobre el clima en las montañas, cuando Tomoyo se detuvo a sus espaldas y miró al monitor. Antes de que fuera a preguntarle algo llegó una repentina llamada por el intercomunicador.
Guardia lejano: ¡Oye! ¡Más vale que bajes a ayudarme o mandes a alguien, porque esto es inaudito! ¡Estoy harto de las porquerías que guardan aquí abajo! ¡Hay mierda en las paredes! ¡No pienso limpiar esto yo solo!
El tipo que estaba en el escritorio se quedó helado. Giró lentamente la cabeza hacia Tomoyo, casi balbuceando una disculpa pero ella lo interrumpió.
Tomoyo: Ya escuchaste a tu compañero, baja a ayudarlo. Dile que luego suba a mi oficina.
Dicho esto se alejó caminando a paso firme. Los guardias desviaban la mirada, tratando de no llamar la atención. Ella continuó por unas escaleras que ascendían hasta un pequeño pasillo, y entró en su oficina.
Se echó en la silla más cercana, abandonando toda la apariencia de mala hostia. Se puso a tararear Chop Suey mientras agarraba el teléfono de su escritorio y marcaba un número.
Centro de Vigilancia Ecliptic, en las montañas.
En la sala de comunicaciones de la torre central, el encargado recibió una llamada. Era Tomoyo Kalezuki, la jefa de seguridad del Hotel RESH que deseaba hablar con Michael Reeves.
El encargado dio aviso a la dependencia donde estaba Reeves y transfirió la llamada.
Varios de los miembros del equipo de salvamento estaban en una sala de esparcimiento. Michael Reeves se encontraba bebiendo un café, mientras dos sujetos jugaban al mini ping pong en una mesa cercana, y
Meredith Diaz estaba en un sofá chequeando una lista con el inventario del equipo.
Michael: Hola, qué tal.
Tomoyo: ¡Hola! Soy yo otra vez. Perdón por molestar nuevamente, era sólo por una consulta.
Michael: Adelante, no hay problema.
Tomoyo: ¿Hay algún riesgo climático en estos días? Digo...
Michael: Por lo que hemos estado observando no hay posibilidades de tormentas de nieve ni cosas raras.
Tomoyo: Eso es bueno. Estando a cargo de la seguridad del hotel... tengo que estar en todo, y estaba un poco preocupada.
Michael: Sabes que puedes contar con nosotros, ¡hasta tenemos un helicóptero!
Tomoyo: ¿De verdad? Genial. Aquí justamente hay un helipuerto en lo más alto del hotel, así que si hubiera una emergencia...
Michael: ¡Todo estará bien!
Tomoyo: ¿No te gustaría conocer las instalaciones? Como parte del trabajo, digo.
Michael: ¡Confío en lo que me enviaste! Además debo estar aquí, el deber es el deber.
Tomoyo: Claro, claro, sí, el deber es así.
Meredith se distrajo momentáneamente por el tono animado en el que Michael hablaba, pero luego decidió volver a su tarea mientras se ponía unos auriculares.
Pasadas varias horas, Caleb dejó al mando de la situación a otro sujeto y se puso a recorrer el hotel. Faltaba poco para el inicio de la fiesta, y tenía que estar allí.
Ingresó al restaurante donde ya había comensales disfrutando las delicias de la cocina gourmet del hotel. Rápidamente vio al extraño sujeto con el monóculo que se registró en la recepción unas horas antes. Algo le resultaba inquietante en su presencia, como si una extraña aura lo rodease.
Estaba en una mesa junto a otras personas. No es que tuviesen una actitud sospechosa, pero se lo apuntó mentalmente para consultar luego en la sala de seguridad.
Caleb no lo sabía expresamente pero se trataba del
Dr. Helmut Schuhart, quien al registrarse recibió la llave de la habitación de lujo número 165 en el piso 16.
El gerente tomó un ascensor para ir al piso 19, donde inspeccionó rápidamente el mini-casino sin notar nada raro. A continuación se dirigió al bar grande.
Era bastante espacioso, con una barra central repleta de botellas y bien iluminada. También tenía un montón de mesas, un pequeño escenario y varios boxes.
Sobre la barra había algunos televisores de pantalla plana transmitiendo una carrera de automovilismo en Miami.
Inmediatamente Caleb se percató de una mujer que estaba en la barra conversando con el barman. Era la famosa
Lillian Collins, una huésped de lujo. Algunos periodistas habían tratado de irrumpir en el lobby, e incluso se rumoreó que uno iba a estrellar la van de su canal contra las puertas principales para ingresar, pero la seguridad se ocupó de todos ellos.
En la recepción Lillian había recibido la llave de la habitación de lujo número 187 en el piso 18.
Al pasar cerca de ella apenas pudo captar un poco de la conversación que tenía con el barman, Fu Chow.
Fu: Sí, por ahora está tranquilo. Por fortuna mi turno termina pronto y comienza el de Rosamel.
Lillian: ¿Y trabajas aquí desde hace muchos años?
Fu: ¡Por fortuna, no! Me contrataron ahora... los dueños anteriores eran terroríficos... ¡así que tengo buena fortuna!
Tras terminar la inspección, Caleb salió para seguir su camino al salón de eventos. Unos camareros estaban sirviendo champagne y preparando bandejas con aperitivos. Pero lo que captó la atención de Caleb y le arruinó el día fue un árbol de navidad montado en una esquina junto a unos sillones. ¡¿Qué carajos?!
Sólo podía ser responsabilidad de un hombre...
Fue velozmente hacia el piso 20, donde se encaminó en dirección a las oficinas administrativas. En una de ellas trabajaba el Decorador, un sujeto que no salía casi nunca pero también estaba en el ajo. Caleb no sabía exactamente cuánto conocimiento tenía el Decorador de las actividades secretas del hotel, pero el suficiente para ocuparse de una parte de la tapadera.
Caleb ingresó sin golpear en la oscura oficina, apenas iluminada por una lámpara de escritorio. El Decorador estaba en las sombras, con un sombrero de ala corta puesto y fumando un habano.
Caleb: ¿Qué significa ese árbol de navidad en el salón de eventos?
Decorador: Hey, tuve que hacerlo. Tomoyo pidió que ponga un micrófono oculto en el salón.
Caleb: Vaya... ¿y esa es tu mejor idea?
Decorador: Ve a mirar toda la basura que hay en el desván de este mismo piso. El árbol era lo más viable, luego sólo hay jarrones, ¿se supone que tire un micrófono dentro de un jarrón?
Caleb: Un árbol de navidad...
Decorador: Un micrófono oculto debe estar oculto. En un almohadón corremos riesgo de que alguien lo aplaste.
Caleb: Es increíble. Es lo menos discreto que vi en mi vida. Voy a hablar con ella.
Decorador: Hazlo, pero ella quiere el micrófono ahí. Y mira que la fiesta está por empezar...
En las sombras el Decorador esbozó una sonrisa socarrona. Caleb resopló.
Decorador: Cierra la puerta al salir.
No mucho después la fiesta comenzó. Hubo bastantes asistentes, dado que todos los huéspedes estaban invitados. El servicio parecía ir muy bien, y los huéspedes que se aburrían de socializar se retiraban al bar grande o al mini-casino. También deambulaban por allí algunos empresarios de San Hideo y Happy Hill, alguna que otra celebridad y unos cuantos invitados de fiesta contratados.
Caleb y Tomoyo estuvieron entre los invitados durante un rato. En un momento se los vio salir del salón juntos, aparentemente alguno había recibido una llamada...
Mientras se desarrollaba la fiesta durante la noche, y sin mucha sutileza, una van oscura escoltada por un jeep llegaba al estacionamiento subterráneo del hotel. Sobre la chapa de ambos se podían advertir agujeros de balazos.
Varios sujetos visiblemente armados se bajaron de los vehículos en un espacio del estacionamiento que estaba cercado y con un cartel en el que se leía "RESERVADO PARA EL VICEPRESIDENTE". Corrieron todo, uno de ellos ingresó un número en un panel numérico semi-oculto en la pared, y una compuerta se abrió en el suelo revelando una rampa hacia las profundidades del hotel.
Desde el asiento del acompañante de la van, el Profesor Birkinsson hizo un gesto de aprobación con el pulgar arriba. Los vehículos bajaron y el compartimiento se cerró detrás de ellos.
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La cosa se pone en marcha!
Sepan que son libres de decidir qué hacen sus personajes, si van a la fiesta o no, merodean por allí, descubren cosas, etc. Espero que los ingresos hayan estado bien xD ahora esto está en sus manos!