Re: Fanfic: Todo o nada
Publicado: 04 Nov 2016 10:55
¡Hola gente! ¿Qué tal todo? En este capítulo, los S.T.A.R.S. se enfrentarán a una nueva misión... ¿Qué pasará?
56.
Estamos a finales de julio. Cada vez queda menos para mis merecidas vacaciones. La verdad es que lo necesito. Últimamente no estamos teniendo demasiada acción. Las horas muertas en el despacho a veces son una tortura.
El calor sigue siendo insoportable. Pero en New Orleans es mucho peor con la humedad. Nos hemos quejado varias veces para que arreglen el aire acondicionado, y siguen sin hacernos caso.
Son las once de la mañana. El capitán Wesker salió hace un rato acompañado de Irons, y nos ha dejado leyendo unos aburridos informes sobre un robo en una joyería. Jamás pensé que una ciudad como Raccoon City pudiera tener tanta actividad.
Barry se incorporó la semana pasada, y el que está de vacaciones ahora es Joseph, aunque le toca volver mañana ya. Y el siguiente en irse es Chris… Le miro a través de la pantalla apagada de mi ordenador. Está leyendo el informe sin demasiado interés, como si la cosa no fuera con él.
Lleva bastante raro muchos días, casi desde que Barry llegó. No sé qué le pasa. Aunque tampoco es de mi incumbencia: desde el incidente que tuve con Amanda no nos dirigimos mucho la palabra.
Yo la verdad es que no pienso disculparme. No he hecho nada malo. Sólo le advertí de que esa mujer no era la ideal para él. Espero que se haya dado cuenta. Últimamente no lo veo con ella, y es sumamente extraño. ¿Se habrán peleado?
A veces le pillo mirándome, como si quisiera decirme algo, pero no se atreve. Barry, que nos conoce bastante bien, intuye que algo ha pasado, pero conmigo no ha hablado al menos. No está tan enfadado conmigo como cuando le conté mi desliz con Chris. Las vacaciones le han sentado bien.
Me contó que estuvieron en Canadá visitando a la familia de su mujer y que han disfrutado mucho visitando parques y otras atracciones con las niñas. Yo tengo claro que volveré a New Orleans. Necesito ver a mi padre. Lo echo de menos.
De pronto, la puerta principal se abre y aparece el capitán Wesker, que va rápidamente hacia su mesa. Parece algo alterado, lo que es bastante inusual en él.
-Han avisado de un ataque en el centro comercial de la zona industrial –nos explica con bastante rapidez, sin perder el tiempo -. Ha habido varios muertos, y hay algunos rehenes. El R.P.D. ya está allí valorando la situación. Vamos a ir a ayudarlos.
Asiento lentamente. Genial, algo de acción. Pero eso de que ha habido muertos… no me gusta. Miro al resto. Todos están igual de callados, esperando las órdenes.
-Brad, quiero que dirijas la operación desde aquí. Serás nuestro enlace con la comisaría –ordena el capitán. El aludido tiembla un poco y se acerca a los paneles a realizar unas comprobaciones -. Chris, consigue autorización para utilizar uno de los vehículos blindados.
Chris asiente y se marcha rápidamente. Sólo quedamos Barry y yo. El capitán nos mira.
-Barry, Jill. Id a los vestuarios y encargaos de recoger todo el equipo. Os espero en los aparcamientos en diez minutos. En marcha.
Me levanto casi de un tirón y salgo de la oficina con Barry pegado a mi espalda. No sé si nos dará tiempo a cogerlo todo en diez minutos, pero no podemos retrasar la operación: la vida de muchas personas está en juego.
Veinte minutos después del aviso ya estamos llegando al centro comercial. La estampa que se dibuja es de todo menos tranquilizadora: cordones policiales, gente corriendo de un lado a otro, ambulancias trasladando heridos…
No sabemos nada sobre el grupo que supuestamente ha perpetrado el ataque. El R.P.D. no dispone de mucha información, así que vamos directos a lo desconocido.
Realizo las últimas comprobaciones a mi equipo, y me ajusto el chaleco antibalas. Lo toco sintiéndome tranquila por llevarlo: ya me salvó una vez la vida, y sé que esos tipos no se van a quedar tranquilos esperando a que vayamos a por ellos.
Chris detiene la furgoneta en la parte trasera y el capitán baja casi de inmediato para hablar con algunos de los policías. Barry y yo salimos de la parte trasera y abrimos el maletero dejando a la vista todo el arsenal que llevamos: pistolas, rifles, escopetas… Hemos cogido un poco de todo.
Le voy pasando los cargadores y las armas a Barry, que los mete en una bolsa de deporte bastante grande. Trabajamos en silencio. No nos dirigimos ni la palabra ni la mirada. Chris se queda a nuestro lado y nos observa trabajar.
Cuando lo tenemos todo recogido, el capitán se acerca a nosotros con lo que parece un plano en la mano. Me pongo el pelo detrás de la oreja y me ajusto la gorra.
-Hay tres salidas de emergencia en todo el edificio –nos explica el capitán señalando unos puntos en el mapa -. El R.P.D. ha bloqueado dos, y la otra está vigilada por un grupo numeroso. Creen que son cinco atacantes. Uno de ellos fue abatido hace unos minutos, cuando intentaba huir. ¿Alguna pregunta hasta aquí?
-¿Hay rehenes? ¿Dónde los tienen? –pregunta Chris mostrando, una vez más, lo concentrado que está.
-Todo indica que se han agrupado en el vestíbulo, pero no está del todo claro –el capitán examina el mapa unos segundos en silencio y nos mira a los tres -. Barry, Chris, ofreceréis cobertura al grupo que va a entrar en unos minutos. Coged todo el equipo que necesitéis, pero os recomiendo que vayáis ligeros… Jill, tú te encargarás de cubrirlos desde un puesto seguro. Te quiero en una zona alta, donde tengas buena visión de todo lo que pasa… Yo me quedaré comprobando que esos tipos no logran escapar por las salidas… ¿Preguntas?
Nadie habla. Todo está bastante claro. Hace tiempo que no uso un rifle de francotirador, pero estoy segura de que mis habilidades siguen intactas. Era mi especialidad en la Delta Force. Espero a que Chris y Barry cojan todo lo que necesitan (unos cargadores y las Berettas), y me hago con el rifle y un par de cargadores que guardo en un compartimento del chaleco.
Me sorprendo al notar que el rifle no pesa demasiado. Si tengo que disparar el retroceso será inevitable, pero espero compensarlo de alguna manera con mi puntería. El capitán Wesker coge una de las escopetas recortadas y nos hace un gesto para que lo sigamos.
Nos lleva hasta una entrada lateral llena de polis en posición para entrar. Puedo ver que los medios de comunicación ya están dando guerra para ser los primeros en obtener una primicia. Algunos miembros del R.P.D. consiguen mantener la calma colocando una barricada que impide el acceso al interior.
-Justo a tiempo, capitán Wesker –dice uno de los policías que está coordinando la operación. No me suena mucho. Es extraño que Marvin no esté por allí. Quizá está de vacaciones.
-Estamos al corriente de casi todo lo sucedido – comenta el capitán quedándose junto a la puerta.
-Bien, muchachos –anuncia el tipo dirigiéndose a los suyos -. El equipo Alpha de los S.T.A.R.S. ha venido a echarnos un cable. Ya conocen la misión: detener a esos terroristas y evitar que maten a los rehenes. Sabemos que son seis, y que van armados. El grupo A se encargará de registrar el edificio y encontrar a esos delincuentes –un grupo de hombres que está a la derecha asiente -. Les acompañarán los agentes Burton, Redfield y Valentine. McLeod –mira a un hombre que está casi al final de la fila, y que parece bastante joven -. Escolte a la señorita Valentine a una zona alta para que disponga de una mejor visión del terreno.
-Sí, señor –afirma sin el menor signo de duda. Me mira unos instantes e intento sonreír, pero no consigo hacer nada.
-El equipo B nos aseguraremos de vigilar todas las salidas para que esos capullos no puedan salir… ¿Alguna pregunta?
Nadie habla. Sólo se escucha el murmullo lejano de los coches y alguna que otra vez en la lejanía. El equipo A toma posiciones, y el B empieza a desplazarse a buen ritmo. Barry, Chris y yo nos colocamos al final, y esperamos la señal.
-¡Adelante! –exclama el policía abriendo de par en par las puertas dobles -. ¡Nada de disparos a no ser que se vean obligados a ello!
El capitán Wesker nos dedica una última mirada antes de que desaparezcamos por un túnel bastante oscuro. Debe ser una de las salidas de emergencia. Las pisadas retumban por todo el pasillo como si fuéramos una estampida.
Llegamos a una galería que comunica con una de las zonas interiores del centro comercial, pero no se ve a nadie por allí. Todas las luces están encendidas, incluidas las de las tiendas. Cinco o seis hombres se van hacia la derecha, y el resto empieza a ir hacia la izquierda.
-Por aquí, señorita Valentine –me indica McLeod señalando unas escaleras mecánicas que suben a otra planta.
-Ten mucho cuidado, Jill –me dice Barry un poco tenso. Yo sonrío un poco para quitarle hierro al asunto. Me está empezando a doler el hombro de cargar con el rifle.
-Descuida, lo haré. Vosotros también.
Chris me mira, pero no dice nada. Sé que quiere tranquilizarme, decirme que todo va a salir bien. Pero las palabras no salen de su boca. En vez de eso, se marcha con Barry, y me pongo en movimiento cuando los pierdo de vista.
Subo a buen ritmo por la escalera mecánica sin despegarme de mi escolta. Me gusta que esté callado. No tengo muchas ganas de hablar ahora mismo. Terminamos de subir por la escalera y vamos hacia la derecha en la tercera planta.
Pasamos por los escaparates de varias tiendas de ropas y complementos hasta llegar al final del pasillo, donde están los servicios y una puerta metálica. Me quedo quieta. Espero que no tengamos que entrar por los conductos de ventilación ni nada de eso.
-Ésta es la oficina de los vigilantes –comenta el policía examinando la puerta -. Debería estar abierta. Dentro hay una escalera que lleva al punto más alto del edificio.
Toco instintivamente las ganzúas que llevo en el chaleco. Siempre me acompañan. Las usaré si es necesario. McLeod gira el pomo, pero la puerta se resiste. La embiste con el hombro, pero sigue sin ceder ni un milímetro. Resopla con las mejillas encendidas.
-Joder… ¿Y ahora qué hacemos? La única entrada es ésta.
-Tranquilo, yo me encargo –contesto quitándome el rifle -. ¿Te importa sujetarlo un momento?
El poli sostiene mi rifle y me agacho frente a la cerradura. La observo detenidamente. Es muy nueva. Posiblemente haya sido cambiada hace poco. Pero no hay ninguna cerradura que se resista a mis dedos.
Saco el juego de ganzúas y empiezo a realizar ese baile de manos que tan bien se me da. Muevo la clavija lentamente de arriba abajo, y luego de derecha a izquierda. Ya empiezo a notar que cede. Muevo la muñeca circularmente, y oigo un suave clic.
Lo tengo. Giro las ganzúas a la derecha y la puerta se abre. Pan comido. McLeod me observa sorprendido mientras recupero mi rifle.
-¡Qué rapidez! –exclama sin salir de su asombro -. Eres una auténtica experta.
Sonrío para quitarme un poco de méritos y dejo que entre en primer lugar. La sala de vigilancia está llena de monitores que nos ofrecen una visión directa de todo el edificio, tanto del interior como del exterior.
En uno de los monitores, el que está más a la izquierda, veo al grupo de Chris y Barry avanzar por la planta baja. Deben estar cerca del objetivo. Un rápido vistazo me sirve para localizar a los secuestradores.
Están situados junto a una fuente, con un hombre al que tienen como prisionero. No hay rastro de los demás, y eso es algo que me preocupa. Pensaba que eran más.
-Vamos, ya casi hemos llegado –me llama McLeod abriendo una puerta que está junto a un panel de control.
Subimos unas escaleras hasta llegar de nuevo a una parte visible del centro comercial. Estamos caminando sobre una pasarela que debe estar por lo menos a unos veinte metros de altura. Es perfecta. Puedo verlo todo desde allí.
-Allí están –susurra mi acompañante señalando a mi espalda.
Me giro, y efectivamente, allí está la fuente y los terroristas con el rehén. Descuelgo el rifle y hago unas rápidas comprobaciones para asegurarme de que todo está bien. Me coloco la mirilla en el ojo y observo un poco el escenario.
Los equipos de asalto tienen que estar al caer, pero no sé por qué parte lo harán. A estas alturas, todas las salidas estarán bloqueadas; no tienen escapatoria. No son muy profesionales que digamos.
-¡Sé que estáis por ahí! –exclama uno de ellos sin dirigirse a nadie en concreto -. Si nos dejáis marchar, dejaremos libre al rehén.
Coloco la mirilla sobre el tipo que apunta al rehén y espero. Sé que no debo hacer nada hasta que llegue la caballería. ¿Por qué tardan tanto?
-¡Alto! ¡Policía! –escucho unas voces autoritarias procedentes de la galería inferior.
Entonces, veo a un grupo de policías aparecer en la primera planta, apuntando con sus armas a los asaltantes, y otros cuantos están en la planta baja, cara a cara con los terroristas.
-¡Las manos arribas! –exclama otro policía dando unos pasos hacia el grupo.
Los terroristas se levantan y cogen al rehén poniéndole la boca del arma en la cabeza. No se escucha nada. Todo está en silencio… hasta que oigo otra voz que me es familiar.
-Detened toda esta pantomima ahora mismo. Estáis rodeados.
Aunque me llega bastante lejana, la voz de Chris es firme y segura. Sigo observándolo todo por la mirilla. Los tipos miran hacia las galerías superiores exclamando algo que no logro entender.
De pronto, uno de ellos abre fuego. Un policía cae abatido, y la réplica no se hace esperar. Veo a uno de los tipos apuntando a Chris. Maldita sea. Pongo el dedo en el gatillo. Discuten. Los disparos no me dejan oír nada. El terrorista le dispara a Chris, que cae al suelo llevándose una mano al pecho.
-¡No! –exclamo apretando el gatillo justo en el momento en el que el tipo cae acribillado a balazos.
Mi disparo impacta de lleno en la cabeza del rehén. Cae desplomado. Las manos me tiemblan, no sé qué hacer. ¡He matado por accidente a una persona inocente! Me separo de la mirilla lentamente sintiendo que mi cuerpo se queda helado.
¿Qué ha podido pasar? ¡Tenía al terrorista en el punto de mira! Alguien se me ha adelantado. McLeod me mira sin saber muy bien qué decir. Algunos de sus compañeros me miran con reproche.
Veo que se llevan a Chris hacia el exterior. Barry me dirige una mirada, aunque desde esta altura no puedo distinguir lo que quiere decir. Lo único que sé es que me he metido un buen lío.
Uf, qué marrón. Desde luego que vaya racha llevan los dos... ¿Cómo reaccionarán en la comisaría ante tal desastre? ¡En el próximo capítulo! Muchas gracias a todos por seguir mi historia. Os lo agradezco eternamente.
56.
Estamos a finales de julio. Cada vez queda menos para mis merecidas vacaciones. La verdad es que lo necesito. Últimamente no estamos teniendo demasiada acción. Las horas muertas en el despacho a veces son una tortura.
El calor sigue siendo insoportable. Pero en New Orleans es mucho peor con la humedad. Nos hemos quejado varias veces para que arreglen el aire acondicionado, y siguen sin hacernos caso.
Son las once de la mañana. El capitán Wesker salió hace un rato acompañado de Irons, y nos ha dejado leyendo unos aburridos informes sobre un robo en una joyería. Jamás pensé que una ciudad como Raccoon City pudiera tener tanta actividad.
Barry se incorporó la semana pasada, y el que está de vacaciones ahora es Joseph, aunque le toca volver mañana ya. Y el siguiente en irse es Chris… Le miro a través de la pantalla apagada de mi ordenador. Está leyendo el informe sin demasiado interés, como si la cosa no fuera con él.
Lleva bastante raro muchos días, casi desde que Barry llegó. No sé qué le pasa. Aunque tampoco es de mi incumbencia: desde el incidente que tuve con Amanda no nos dirigimos mucho la palabra.
Yo la verdad es que no pienso disculparme. No he hecho nada malo. Sólo le advertí de que esa mujer no era la ideal para él. Espero que se haya dado cuenta. Últimamente no lo veo con ella, y es sumamente extraño. ¿Se habrán peleado?
A veces le pillo mirándome, como si quisiera decirme algo, pero no se atreve. Barry, que nos conoce bastante bien, intuye que algo ha pasado, pero conmigo no ha hablado al menos. No está tan enfadado conmigo como cuando le conté mi desliz con Chris. Las vacaciones le han sentado bien.
Me contó que estuvieron en Canadá visitando a la familia de su mujer y que han disfrutado mucho visitando parques y otras atracciones con las niñas. Yo tengo claro que volveré a New Orleans. Necesito ver a mi padre. Lo echo de menos.
De pronto, la puerta principal se abre y aparece el capitán Wesker, que va rápidamente hacia su mesa. Parece algo alterado, lo que es bastante inusual en él.
-Han avisado de un ataque en el centro comercial de la zona industrial –nos explica con bastante rapidez, sin perder el tiempo -. Ha habido varios muertos, y hay algunos rehenes. El R.P.D. ya está allí valorando la situación. Vamos a ir a ayudarlos.
Asiento lentamente. Genial, algo de acción. Pero eso de que ha habido muertos… no me gusta. Miro al resto. Todos están igual de callados, esperando las órdenes.
-Brad, quiero que dirijas la operación desde aquí. Serás nuestro enlace con la comisaría –ordena el capitán. El aludido tiembla un poco y se acerca a los paneles a realizar unas comprobaciones -. Chris, consigue autorización para utilizar uno de los vehículos blindados.
Chris asiente y se marcha rápidamente. Sólo quedamos Barry y yo. El capitán nos mira.
-Barry, Jill. Id a los vestuarios y encargaos de recoger todo el equipo. Os espero en los aparcamientos en diez minutos. En marcha.
Me levanto casi de un tirón y salgo de la oficina con Barry pegado a mi espalda. No sé si nos dará tiempo a cogerlo todo en diez minutos, pero no podemos retrasar la operación: la vida de muchas personas está en juego.
Veinte minutos después del aviso ya estamos llegando al centro comercial. La estampa que se dibuja es de todo menos tranquilizadora: cordones policiales, gente corriendo de un lado a otro, ambulancias trasladando heridos…
No sabemos nada sobre el grupo que supuestamente ha perpetrado el ataque. El R.P.D. no dispone de mucha información, así que vamos directos a lo desconocido.
Realizo las últimas comprobaciones a mi equipo, y me ajusto el chaleco antibalas. Lo toco sintiéndome tranquila por llevarlo: ya me salvó una vez la vida, y sé que esos tipos no se van a quedar tranquilos esperando a que vayamos a por ellos.
Chris detiene la furgoneta en la parte trasera y el capitán baja casi de inmediato para hablar con algunos de los policías. Barry y yo salimos de la parte trasera y abrimos el maletero dejando a la vista todo el arsenal que llevamos: pistolas, rifles, escopetas… Hemos cogido un poco de todo.
Le voy pasando los cargadores y las armas a Barry, que los mete en una bolsa de deporte bastante grande. Trabajamos en silencio. No nos dirigimos ni la palabra ni la mirada. Chris se queda a nuestro lado y nos observa trabajar.
Cuando lo tenemos todo recogido, el capitán se acerca a nosotros con lo que parece un plano en la mano. Me pongo el pelo detrás de la oreja y me ajusto la gorra.
-Hay tres salidas de emergencia en todo el edificio –nos explica el capitán señalando unos puntos en el mapa -. El R.P.D. ha bloqueado dos, y la otra está vigilada por un grupo numeroso. Creen que son cinco atacantes. Uno de ellos fue abatido hace unos minutos, cuando intentaba huir. ¿Alguna pregunta hasta aquí?
-¿Hay rehenes? ¿Dónde los tienen? –pregunta Chris mostrando, una vez más, lo concentrado que está.
-Todo indica que se han agrupado en el vestíbulo, pero no está del todo claro –el capitán examina el mapa unos segundos en silencio y nos mira a los tres -. Barry, Chris, ofreceréis cobertura al grupo que va a entrar en unos minutos. Coged todo el equipo que necesitéis, pero os recomiendo que vayáis ligeros… Jill, tú te encargarás de cubrirlos desde un puesto seguro. Te quiero en una zona alta, donde tengas buena visión de todo lo que pasa… Yo me quedaré comprobando que esos tipos no logran escapar por las salidas… ¿Preguntas?
Nadie habla. Todo está bastante claro. Hace tiempo que no uso un rifle de francotirador, pero estoy segura de que mis habilidades siguen intactas. Era mi especialidad en la Delta Force. Espero a que Chris y Barry cojan todo lo que necesitan (unos cargadores y las Berettas), y me hago con el rifle y un par de cargadores que guardo en un compartimento del chaleco.
Me sorprendo al notar que el rifle no pesa demasiado. Si tengo que disparar el retroceso será inevitable, pero espero compensarlo de alguna manera con mi puntería. El capitán Wesker coge una de las escopetas recortadas y nos hace un gesto para que lo sigamos.
Nos lleva hasta una entrada lateral llena de polis en posición para entrar. Puedo ver que los medios de comunicación ya están dando guerra para ser los primeros en obtener una primicia. Algunos miembros del R.P.D. consiguen mantener la calma colocando una barricada que impide el acceso al interior.
-Justo a tiempo, capitán Wesker –dice uno de los policías que está coordinando la operación. No me suena mucho. Es extraño que Marvin no esté por allí. Quizá está de vacaciones.
-Estamos al corriente de casi todo lo sucedido – comenta el capitán quedándose junto a la puerta.
-Bien, muchachos –anuncia el tipo dirigiéndose a los suyos -. El equipo Alpha de los S.T.A.R.S. ha venido a echarnos un cable. Ya conocen la misión: detener a esos terroristas y evitar que maten a los rehenes. Sabemos que son seis, y que van armados. El grupo A se encargará de registrar el edificio y encontrar a esos delincuentes –un grupo de hombres que está a la derecha asiente -. Les acompañarán los agentes Burton, Redfield y Valentine. McLeod –mira a un hombre que está casi al final de la fila, y que parece bastante joven -. Escolte a la señorita Valentine a una zona alta para que disponga de una mejor visión del terreno.
-Sí, señor –afirma sin el menor signo de duda. Me mira unos instantes e intento sonreír, pero no consigo hacer nada.
-El equipo B nos aseguraremos de vigilar todas las salidas para que esos capullos no puedan salir… ¿Alguna pregunta?
Nadie habla. Sólo se escucha el murmullo lejano de los coches y alguna que otra vez en la lejanía. El equipo A toma posiciones, y el B empieza a desplazarse a buen ritmo. Barry, Chris y yo nos colocamos al final, y esperamos la señal.
-¡Adelante! –exclama el policía abriendo de par en par las puertas dobles -. ¡Nada de disparos a no ser que se vean obligados a ello!
El capitán Wesker nos dedica una última mirada antes de que desaparezcamos por un túnel bastante oscuro. Debe ser una de las salidas de emergencia. Las pisadas retumban por todo el pasillo como si fuéramos una estampida.
Llegamos a una galería que comunica con una de las zonas interiores del centro comercial, pero no se ve a nadie por allí. Todas las luces están encendidas, incluidas las de las tiendas. Cinco o seis hombres se van hacia la derecha, y el resto empieza a ir hacia la izquierda.
-Por aquí, señorita Valentine –me indica McLeod señalando unas escaleras mecánicas que suben a otra planta.
-Ten mucho cuidado, Jill –me dice Barry un poco tenso. Yo sonrío un poco para quitarle hierro al asunto. Me está empezando a doler el hombro de cargar con el rifle.
-Descuida, lo haré. Vosotros también.
Chris me mira, pero no dice nada. Sé que quiere tranquilizarme, decirme que todo va a salir bien. Pero las palabras no salen de su boca. En vez de eso, se marcha con Barry, y me pongo en movimiento cuando los pierdo de vista.
Subo a buen ritmo por la escalera mecánica sin despegarme de mi escolta. Me gusta que esté callado. No tengo muchas ganas de hablar ahora mismo. Terminamos de subir por la escalera y vamos hacia la derecha en la tercera planta.
Pasamos por los escaparates de varias tiendas de ropas y complementos hasta llegar al final del pasillo, donde están los servicios y una puerta metálica. Me quedo quieta. Espero que no tengamos que entrar por los conductos de ventilación ni nada de eso.
-Ésta es la oficina de los vigilantes –comenta el policía examinando la puerta -. Debería estar abierta. Dentro hay una escalera que lleva al punto más alto del edificio.
Toco instintivamente las ganzúas que llevo en el chaleco. Siempre me acompañan. Las usaré si es necesario. McLeod gira el pomo, pero la puerta se resiste. La embiste con el hombro, pero sigue sin ceder ni un milímetro. Resopla con las mejillas encendidas.
-Joder… ¿Y ahora qué hacemos? La única entrada es ésta.
-Tranquilo, yo me encargo –contesto quitándome el rifle -. ¿Te importa sujetarlo un momento?
El poli sostiene mi rifle y me agacho frente a la cerradura. La observo detenidamente. Es muy nueva. Posiblemente haya sido cambiada hace poco. Pero no hay ninguna cerradura que se resista a mis dedos.
Saco el juego de ganzúas y empiezo a realizar ese baile de manos que tan bien se me da. Muevo la clavija lentamente de arriba abajo, y luego de derecha a izquierda. Ya empiezo a notar que cede. Muevo la muñeca circularmente, y oigo un suave clic.
Lo tengo. Giro las ganzúas a la derecha y la puerta se abre. Pan comido. McLeod me observa sorprendido mientras recupero mi rifle.
-¡Qué rapidez! –exclama sin salir de su asombro -. Eres una auténtica experta.
Sonrío para quitarme un poco de méritos y dejo que entre en primer lugar. La sala de vigilancia está llena de monitores que nos ofrecen una visión directa de todo el edificio, tanto del interior como del exterior.
En uno de los monitores, el que está más a la izquierda, veo al grupo de Chris y Barry avanzar por la planta baja. Deben estar cerca del objetivo. Un rápido vistazo me sirve para localizar a los secuestradores.
Están situados junto a una fuente, con un hombre al que tienen como prisionero. No hay rastro de los demás, y eso es algo que me preocupa. Pensaba que eran más.
-Vamos, ya casi hemos llegado –me llama McLeod abriendo una puerta que está junto a un panel de control.
Subimos unas escaleras hasta llegar de nuevo a una parte visible del centro comercial. Estamos caminando sobre una pasarela que debe estar por lo menos a unos veinte metros de altura. Es perfecta. Puedo verlo todo desde allí.
-Allí están –susurra mi acompañante señalando a mi espalda.
Me giro, y efectivamente, allí está la fuente y los terroristas con el rehén. Descuelgo el rifle y hago unas rápidas comprobaciones para asegurarme de que todo está bien. Me coloco la mirilla en el ojo y observo un poco el escenario.
Los equipos de asalto tienen que estar al caer, pero no sé por qué parte lo harán. A estas alturas, todas las salidas estarán bloqueadas; no tienen escapatoria. No son muy profesionales que digamos.
-¡Sé que estáis por ahí! –exclama uno de ellos sin dirigirse a nadie en concreto -. Si nos dejáis marchar, dejaremos libre al rehén.
Coloco la mirilla sobre el tipo que apunta al rehén y espero. Sé que no debo hacer nada hasta que llegue la caballería. ¿Por qué tardan tanto?
-¡Alto! ¡Policía! –escucho unas voces autoritarias procedentes de la galería inferior.
Entonces, veo a un grupo de policías aparecer en la primera planta, apuntando con sus armas a los asaltantes, y otros cuantos están en la planta baja, cara a cara con los terroristas.
-¡Las manos arribas! –exclama otro policía dando unos pasos hacia el grupo.
Los terroristas se levantan y cogen al rehén poniéndole la boca del arma en la cabeza. No se escucha nada. Todo está en silencio… hasta que oigo otra voz que me es familiar.
-Detened toda esta pantomima ahora mismo. Estáis rodeados.
Aunque me llega bastante lejana, la voz de Chris es firme y segura. Sigo observándolo todo por la mirilla. Los tipos miran hacia las galerías superiores exclamando algo que no logro entender.
De pronto, uno de ellos abre fuego. Un policía cae abatido, y la réplica no se hace esperar. Veo a uno de los tipos apuntando a Chris. Maldita sea. Pongo el dedo en el gatillo. Discuten. Los disparos no me dejan oír nada. El terrorista le dispara a Chris, que cae al suelo llevándose una mano al pecho.
-¡No! –exclamo apretando el gatillo justo en el momento en el que el tipo cae acribillado a balazos.
Mi disparo impacta de lleno en la cabeza del rehén. Cae desplomado. Las manos me tiemblan, no sé qué hacer. ¡He matado por accidente a una persona inocente! Me separo de la mirilla lentamente sintiendo que mi cuerpo se queda helado.
¿Qué ha podido pasar? ¡Tenía al terrorista en el punto de mira! Alguien se me ha adelantado. McLeod me mira sin saber muy bien qué decir. Algunos de sus compañeros me miran con reproche.
Veo que se llevan a Chris hacia el exterior. Barry me dirige una mirada, aunque desde esta altura no puedo distinguir lo que quiere decir. Lo único que sé es que me he metido un buen lío.
Uf, qué marrón. Desde luego que vaya racha llevan los dos... ¿Cómo reaccionarán en la comisaría ante tal desastre? ¡En el próximo capítulo! Muchas gracias a todos por seguir mi historia. Os lo agradezco eternamente.