Los cuentos de don Gregorio.

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Keiichi_Master
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Los cuentos de don Gregorio.

Mensaje por Keiichi_Master » 24 Nov 2014 01:02

NOTA:
Con mi cabeza en jaque solo me quedaban algunos recuerdos de algo que me contaron.
Una historia de idas y venidas, misteriosas y hasta fumada en parte, me pareció interesante compartirla.
decoré un poco el asunto y así como así comenzaron a salir todo esto que aquí les traigo,
tal vez no sea algo muy digno de este foro, pero igual quise escribirlo.
Cada tanto pondré los demás capítulos, no creo que se haga muy larga, está a mi criterio bastante reducida,
ok, sin más os dejo con:


Los cuentos de don Gregorio.

Parte 1: presentación, una vida conflictiva.


Gregorio Ladislao fue el nombre con que lo bautizaron en una iglesia católica, no era que sus padres lo odiasen ni nada,
ser el menor de ochos hermanos no era para menos y lo del nombre no era otra cosas que el azar de aquellos años donde los nombres venían detrás de los almanaques.
Mimando por sus hermanos y consentido por su mamá, así pasaron los años de niñez de don Gregorio.
Pelao le apodó su cuñado Saúl cuando cursaba su sexto y último año que pasaría por la escuela rural de Villa Atuel.
Siempre lamentaría la pérdida de aquella bicicleta de carrera que le regalase para un cumpleaños su Hermana concepción.
Visto desde hoy, sus años de antaño se disuelven en un mar de recuerdos no vividos, pero sí contados.
¿pero cómo fue que se llenó de tanta sabiduría de vida y de aparecidos, fantasmas y que se yo que más?
Bueno, si prestan un rato de su tiempo tal vez podamos sumergirnos en la mente de don Gregorio, recuerdos ya borrados pero vívidos en mi mente.
Se podría decir que su vida arrancó con el pie izquierdo, una adolescencia sufrida en varios trabajos mal pagos lo llevaron al vicio de la noche,
las salidas a los bares, el vino, el cigarrillo y la guitarra española hicieron ecos en las noches de Atuel Norte.
Por intentar ayudar a un amigo se ensalzó en una refriega de bar que terminó con su ropa nueva hecha jirones y
un adversario apuñalado por su pequeño cuchillo más una patente promesa de venganza.
Tampoco fue la gran cosa, el apuñalado al otro día ya sin el pedo del vino salió a trabajar a los viñedos
evidenciando que no fue tanto la herida que le provocó aquel diminuto puñal.
Para colmo dos hermanos del apuñalado le salieron al cruce una noche mientras se aprestaba regresar a su casa,
mal idea, muy mala. Gregorio no era muy alto, va, era un joven delgado y petiso con una amplia sonrisa y orejas grandes,
como su padre, don Luis segundo.
Se desmontó de su bicicleta y tras tomarla por el manubrio la utilizó de arma, los dos hermanos del apuñalado salieron con la cabeza partida y
varios machucones de tantos bicicletazos que les dio.
Regresó a su casa con el corazón a cien, nunca había enfrentado a dos tipos a la vez ni imaginado la terrible defensa que era una bicicleta,
orgulloso conservó los cuchillos de los derrotados, por un tiempo, claro, hasta que los empeñó un día que no tenía ni un centavo para el vicio.
Entre fiesta y fiesta conoció a una chica muy bonita que poseía una voz de ensueño cuando cantaba, como sabía tocar la guitarra
no tardó en involucrarse en aquella banda musical.
Mala decisión, con el tiempo se casó con la chica cuyo nombre a falta de recuerdos le llamaré María.
María le dio cuatros hijos, tres mujeres y un barón, un barón que un día le escupiría en la cara que lo odiaba y que le deseaba la peor de las suertes.
El matrimonio con María terminó terriblemente mal, el tipo que tocaba la acordeón le terminó poniendo cuernos,
era un tipo lisiado que cojeaba pero que al menos tenía una familia adinerada, algo que don Gregorio había dejado atrás,
si bien Gregorio provenía de una familia con bastantes recursos para la época, léase un pequeño campo con algunas ovejas, vacas y chivos.
una chacra de plantaciones de frutas, verduras y viñedos.
A que suena a ideal, ¿verdad?, pues su rebeldía lo llevaron desde los once años a valerse solo,
no le había gustado para nada saber que lo de su familia no era otra cosa que una sucesión de negocios
con unos judíos y turcos de dudosa índole y legalidad.
Don Luis manejaba aquellas propiedades como podía, hombre de mucho trabajo y respetado en la zona
nunca le agradó la idea de que su hijo menor fuera un rebelde que prefería dar tumbos por su cuenta
en vez de ayudar en la chacra o en el campo, el tiempo le daría más que una lección.
Aquella mañana su hija Betiana le confesaría mientras él se afeitaba en el baño que aquel rengo la había amenazado,
pues la pequeña los había pillado haciendo sus porquerías con su madre.
Dónde quiso el destino que aquella mañana la puerta de la casa se abriera y por ella entrara María, el hermano de esta,
el Rengo y otro amigo de la banda.
María recibió una cachetada y un par de insultos mientras que el hermano le partió una silla en la espalda a don Gregorio
en protesta por la agresión a su hermana, como respuesta se comió algunas trompadas y el rengo una puñalada y un sinfín de insultos,
mala idea, muy mala.
A las dos semanas de aquello, se apareció don Luis con un batallón de abogados a sacarlo de la cárcel,
en otras circunstancia los hubiesen mandado a tomar por culo pero con la familia de don Luis pocos se animaban a alargar el asunto,
no era un mafioso como se estarán imaginando, era muy querido y respetado, no era de menos, no por nada la calle principal de una
localidad cercana llevaba el nombre y el apellido del abuelo de don Luis.
El jefe de aquellos abogados le dijo textualmente a don Gregorio a que abandonase esa zona, esa vida de peleas y vicios e intentara ser
alguien en la vida antes de que la gente se escandalizara tanto con aquello que no habría respeto ni favores que lo hicieran zafar de un drama similar.
Iluso, la vida es demasiada larga y jodida.

Después de unos años yendo de un extremo a otro del país, trabajando en cualquier cosa y conociendo otras tantas personas,
buenas y malas, la dictadura lo sorprendió con un documento perdido y un solo papel de registro para no ir literalmente preso o ser desaparecido,
algo muy habitual en esos días.
Se sorprendió en aquella residencial, solo, muy solo y lejos de casa, lejos de su tierra, lejos del campo, del fútbol que tanto le apasionaba
y lejos de familiares y amigos, en un arrebato de lucidez tomó su maleta y tras cincos años de rodar sin rumbo decidió volver a sus tierras.
cuatros hechos se convertirían en su parca personal.
La primera fue una violenta lesión jugando al futbol, solamente él tenía que correr y dar el pase al goleador,
un petiso mal agestado con cara de odio que se había ganado el apodo de Sapo de bronce.
Esa tarde ganaban dos a cero y quiso lucirse, regatear y convertir sería una linda frutilla en aquél pastel, pero a los rivales no les agradó aquella idea
y le partieron el tobillo y la rodilla.
Con el tiempo y ya lejos de la canchas consiguió trabajo en una empresa constructora que se dedicaba a la construcción de piletas,
reforma y mantenimiento de las bodegas.
Aquí tuvo que esquivar por segunda vez el guadañazo de su parca, alguien olvidó atar el andamio que estaba a unos 15 metros de altura
y don Gregorio despertó a al otro día en el hospital, curiosamente solo tenía las manos lastimadas, la razón fue que en su inconciencia desesperada
se había aferrado a una de las riendas de alambre acerado que servían de soporte a la torreta que levantaban y se había deslizado inconsciente hasta el suelo.
El vino seguía siendo junto con el cigarrillo parte de su menú diario y fue a causa del vino que una noche que regresaba bastante borracho a su casa
montado en su bicicleta de carreras que le había costado un buen pastón comprar recibió un tremendo golpe en la nuca, un viejo rival de un bar
que había jurado matarle lo dejó por muerto, pues fue un golpe directo en la nuca y cabeza..
Desorientado y sangrando despertó al otro día, su bicicleta estaba a su lado y en su codo derecho tenía un profundo corte
donde se había caído tras el cobarde ataque de aquel sujeto que años más tarde el destino quiso matarlo de un infarto,
caprichosamente en el mismo lugar donde golpeó a traición a don Gregorio.
Tras decidir no tomar más, comenzaría un largo periodo de abstinencia al alcohol, se notaba delgado y desorientado,
el vino le había jodido casi toda su juventud, pero seguía fumando, tal vez lo dejaría de un momento a otro…. Tal vez.
La tragedia le daría otro golpe, y valla que fue un golpazo.
Aquella noche no tenía Luna, estaba nublado y cuando se nublaba era una cagada tratar de ir por la calle que atravesaba las fincas aledañas,
con trincheras de diversos arboles por ambos lados aquello era una cueva demasiada oscura como para ver el camino yendo en un bicicleta.
Aquella vez decidió ir por la ruta, más precisamente la ciento cuarenta y tres… una de las rutas más complicadas y jodidas, más de noche.
Un Citroën lo atropelló con bicicleta y todo. Con su cuerpo rompió el frente del automóvil,
solo recordaba el llanto de una mujer tras ver sus piernas con cortes por los cristales del auto.
Gregorio trató ponerse en pie pero cayó al suelo, las piernas y las costillas estaban rotas.
Su amada bicicleta de aluminio no serviría ni para chatarra.
Fue rescatado por un camionero que pasaba por allí, ya era de madrugada, después de aquello,
en el hospital se replanteó que ya era hora de tratar de formar una familia, necesitaba a alguien para compartir su vida,
estaba claro que aquellos incidentes solo eran avisos, al menos don Gregorio los tomó de esa forma.
O te rescatas o te mueres…. quien imaginaría que después de aquello las cosas se pondrían algo tétricas, misteriosas, pero divertidas….. creo.
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Re: Los cuentos de don Gregorio.

Mensaje por Keiichi_Master » 18 Ago 2015 04:24

NOTA:



Quiero avisar que no e abandonado esto, solamente no tengo tiempo de continuar esta historia “documental”, en cuanto me haga de tiempo publicaré la segunda parte (que ya empiezan los sucesos raros y paranormales vivido por Don Gregorio)
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