Aquella fatídica mañana...

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Mataformigues
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Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Mataformigues » 10 Oct 2013 23:08

Lo habitual. Lo imprevisto. La amistad y la opresión. La risa y el llanto. La poderosa tecnología y la imparable naturaleza. La luz. La oscuridad. La juventud y la decadencia. La humanidad, la divinidad. El milagro de la vida, y los misterios de la muerte. El pecado y el arrepentimiento. El castigo y la recompensa. La corrupción. La pureza.

Son solo algunas de las cuestiones que aquel fatídico día fueron llevadas a juicio. El día en que fue desatada la Purga.


» Accede a la presentación oficial.


Algunas consideraciones
Oculto:
Aquí van algunas aclaraciones respecto a cómo voy a ir publicando mi historia, y miscelánea.

-Quien quiera puede dejar comentarios dentro de este tema, como se hace habitualmente en los demás temas del subforo de Arte Escrito.

-En este primer post publicaré el prefacio y los dos primeros capítulos, por ser muy cortos. La intención es publicar un nuevo capítulo cada semana hasta que, debido a la lentitud en la escritura, dentro de unos meses los capítulos publicados igualen a los escritos. A partir de ahí (si no cancelo la publicación antes), Dios dirá.

-Antes y/o después de cada publicación, si lo considero, incluiré un comentario sobre ella, o algún anuncio si se diera el caso (procuraré dar todos los anuncios también en el tema principal del subforo).

-Con cada entrega publicaré una versión del relato en PDF. Iré eliminando la versiones anteriores publicadas cada vez que realice una nueva entrega, de modo que solo será posible descargar la última versión (que contendrá todos los capítulos hasta el último publicado) o un archivo que solo se actualizará cada vez que una de la cuatro partes esté completa (así que contendrá hasta el final de la última parte del relato que se haya terminado de publicar).

-La historia se estructura en cuatro partes (en este momento está completa la primera parte y cuatro capítulos de la segunda), cada una subdividida en capítulos. Además, cada capítulo, en general, está subdividido en varias escenas. Escribiré cada una de las escenas dentro de una pestaña de spoiler, de modo que sea fácil acceder a una escena concreta usando las pestañas.

-Cada escena va encabezada con la localización y la hora. Colocaré enlaces a las localizaciones reales en Google Maps en algunos de estos encabezamientos.

-Con tal de reflejar en el texto al máximo la realidad social en que se sitúa, decidí al comenzar a escribirlo que, aunque toda la narración esté escrita en castellano, algunos personajes utilizarían la lengua catalana al comunicarse, cooficial en mi Comunidad Autónoma (esto se da a partir del capítulo 2). Aunque es fácil entender el catalán aunque se desconozca, he traducido estos fragmentos de texto (todos son diálogo) al castellano, dejando
el texto original (en catalán) en color púrpura, y el traducido (en castellano), en granate, de modo que, si quieres leerlo en catalán, solo debes obviar el granate y leer el púrpura, y al revés si lo quieres leer en castellano. Avisadme si olvidara algún fragmento por traducir, por favor (aunque yo revisaré el texto cada vez que haga una publicación).

-Por supuesto, al no estar la novela terminada, todo lo que se publique aquí será provisional respecto al resultado final, y podrá estar sujeto (y, de seguro, lo estará) a cambios, en mayor o menor medida. Procuraré avisar si realizara algún cambio importante hasta un mínimo, editarlo, resubir el capítulo en cuestión, o lo que sea, pero en cualquier caso tened en cuenta que este texto es muy susceptible a cambios.

-Ni tengo derechos de autor sobre esta historia ni es mi intención, pero, por favor, aunque no sé si alguien podría tener algún interés en duplicar o apropiarse de parte de (o toda) ella, sed al menos considerados. No es gran cosa, pero es un trabajo duro y que realizo con ilusión. : ) Ni qué decir que, si sucediera algún incidente al respecto, suspendería la publicación de inmediato.

-Considero importante aclarar, que todas las localizaciones de la novela son reales, pero todos los personajes son ficticios, al igual que sus acciones y los sucesos que les acaecen; a pesar de que sería deshonesto si no admitiera que la personalidad de algunos de ellos está hasta cierto punto inspirada en la de personas reales de mi entorno. En cualquier caso, las diferencias son mayores que las similitudes, y no puede establecerse entre ellos una correspondencia.
Versiones en PDF Índice

Comentario sobre la primera publicación
Oculto:
Empieza la primera parte. En esta primera de cuatro partes, pretendo reflejar el día a día del instituto, sobre todo en los primeros capítulos, presentar algunos personajes, y mostrar la serie de sucesos que desembocarán en el brote y el establecimiento de la cuarentena.

Sabed, por cierto, que el (breve) prefacio es la parte del texto que más he editado, escrito y reescrito, y modificado hasta la saciedad. Sigue lejos de convencerme, así que no tardaré en volver a cambiarlo.

Nada más que decir. Espero que lo disfrutéis. : )

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Yeray W. (Mataformigues)


Prefacio
Oculto:
Nada hacía presagiar los terribles eventos que iban a tener lugar aquel fatídico día.

Era un miércoles cualquiera de principios de octubre. Aquella mañana amaneció con lo que la gente suele llamar buen tiempo: un cielo soleado, acompañado de pocas si no ninguna nube, y también de una agradable temperatura ambiente. Elementos de una anómala tregua en medio de ese aún reciente otoño, que había empezado siendo más frío y tormentoso que lo habitual en orillas del Mediterráneo. Más allá del detalle climatológico, para los centenares de personas que, como cada mañana, hacían vida en aquel instituto mallorquín, la jornada se presentaba con la misma monotonía que cualquier otra.

Y es así, sin previo aviso, que la desgracia acaece; y nadie puede sin más estar preparado para que la vida se tuerza como aquel día lo hizo para todas esas almas inocentes. He aquí el modesto relato de cómo estas cosas pudieron llegar a suceder.
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Capítulo 1: Maldito miércoles
Oculto:
IES La Ribera; 7:59

Alicia entraba en el instituto, como cada día, sobre la misma hora, poco antes de sonar el timbre. Para acceder al centro, como todos los demás alumnos, se veía obligada a abrirse paso entre la chusma del instituto: algunos jóvenes, la mayoría una o dos veces repetidores, que cada mañana se apostaban a la entrada de las instalaciones, fumando y envenenando el aire con ese asqueroso humo, mientras murmuraban y dejaban oír sus risas cada vez que entraba alguien que, en su consideración, las mereciera.

Alicia siempre había sido para ellos un blanco fácil y sistemático, dada su escasa sociabilidad, sus gustos algo atípicos y una imaginación hiperdesarrollada, rasgos que en un ambiente como aquel suelen condenar a su propietario al trato de infantilidad, la eterna incomprensión y, en definitiva, el cruel rechazo. Con todo, ella se había habituado a esta situación hacía ya tiempo, y había aprendido a ignorar las burlas de sus compañeros. Coloquialmente, cualquiera diría que todo le entraba por una oreja y le salía por la otra. Así es que no le costó ni una mínima vacilación adentrarse un día más entre aquellos seres humeantes.

–¡Alicia! –gritó una chica del grupo, con un desagradable tono de burla.

La aludida no se inmutó. Tan solo siguió avanzando con paso firme, mientras empezaban a sobrevenirle las burlas habituales.

–¿Qué te pasa? ¿Es que no quieres ser nuestra amiga? –escupió otro.

–Déjala, ¿no ves que nunca ha tenido amigos? Seguro que no sabe ni de qué le hablas.

Risas.

Ya en el patio del instituto, Alicia continuaba su camino con total tranquilidad. Ni siquiera reparó en la pierna ajena que con mala intención se había interpuesto en su camino a la altura de sus tobillos. Volvió a la realidad con el doloroso golpe que se dio al aterrizar sobre sus manos, que quedaron raspadas por la fricción con el cemento. Se incorporó y llevó la vista a su agresor, con una expresión vacía en sus silenciosos ojos negros. Todo lo que alcanzó a ver fue una sonrisa llena de maldad, a la que siguió una nueva explosión de risas en derredor.

Mientras volvía a ponerse en pie, con la mirada fija en el suelo, y sin decir ni apenas pensar nada, sonó el timbre indicando que eran ya las ocho en punto, hora de dirigirse a las aulas.



En efecto, aquel día empezó como cualquier otro, y en todo el instituto se respiraba el ambiente habitual.

Al menos, eso era lo que parecía.
Capítulo 2: El corredor de la muerte
Oculto:
Segundo piso, pasillo; 8:03

Isaac y Joan Ferrer, a quien muchos amigos llamaban por su apellido, entraron al segundo piso por la escalera exterior del lado norte. No era tarea fácil, ya que tanto esta como los pasillos se encontraban en ese momento atestados de gente que se dirigía a su aula… o, lejos de eso, simplemente a dar un paseo. No eran muchas las opciones: abrirse paso entre la multitud de cualquier manera, o dejarse ser pisoteado. Este era el panorama de todas las mañanas: durante el tiempo que tardaban los alumnos y profesores en llegar a sus aulas, en ocasiones demasiado, la autoridad y el orden desaparecían de los pasillos de aquel instituto.

Como pudieron, tras incidentes tan inverosímiles como el tener que esquivar un balonazo, alcanzaron el punto crítico del trayecto. Ambos se vieron obligados a detenerse cuando el pasillo se estrechaba hasta menos de la mitad, a causa de una escalera que ocupaba buena parte de él, quedando de una anchura de no más de dos metros. Era esta particularidad lo que convertía ese tramo en un punto estratégico para el incordio organizado.

–¡Ya están otra vez! –se quejó Ferrer, con su suave tono de voz.

–¿Otra vez qué? –le replicó su compañero.

–Los de Sant Jordi, haciendo ‘el pasillito de la muerte’.

Ambos observaron cómo personas inocentes se adentraban en 'el pasillito', formado por dos hileras de personas en sendas paredes del corredor, y acababa apaleada por los suelos o, en el mejor de los casos, tan solo llevándose alguna colleja, cosa que a Isaac se le antojó como una idea interesante.

–¡A saco!

Antes de que Ferrer pudiera percatarse, Isaac estaba corriendo entre la multitud que formaba el pasillo, recibiendo y devolviendo empujones y patadas. Esfuerzo inútil. El chico fue rápidamente rechazado por aquella masa humana, no sin su abrigo algo más ancho por los tirones recibidos. Ferrer, en cambio, era conocido por su buena conducta, y ser lo que sus compañeros llamaban ‘un trozo de pan’. No intentaría atravesar el pasillo de esa manera salvaje. Isaac lo sabía, así que, estando de vuelta con su compañero, decidió esperar hasta encontrar el momento más oportuno para cruzar con él.

En el instante de pensar esto, hizo aparición un profesor disponiéndose a pasar por la zona. Por supuesto, los participantes del peculiar juego le abrieron paso inmediatamente, una oportunidad que supieron aprovechar bien Isaac y Ferrer. Sin librarse de algún empujón, por fin consiguieron llegar al otro lado sanos y salvos.

Una vez atravesado el corredor, en una zona del pasillo más relajada que todas las anteriores, finalmente se encontraron ante la puerta aún cerrada de su aula. Junto a ella, el letrero donde deberían constar el curso y la letra distintiva del grupo que se reunía en esa aula, rezaba «xD» (una grafía conocida por ambos que trata de representar una cara riendo). La letra x se había incorporado al cartel recientemente, posiblemente con cinta aislante negra. La idea que habían tenido días atrás Isaac, Ángel y David finalmente se había llevado a cabo. Allí estaban estos dos últimos riendo mientras admiraban el cartel, donde se había dado buen uso al espacio dejado por el número tres, misteriosamente desaparecido desde principios de curso.

–¡Buah, tío, qué profesional! –encomió Isaac a sus dos compañeros–. Aunque habrá que perfilar la letra, ha quedado un poco irregular.

–Ya –contestó Ángel–. Pero bueno, ahora sin duda vamos a ser la envidia de las otras clases.

–¡Ya ves! –acordó sonriente David, persona de pocas palabras, sin aportar mucho más.

En ese momento, el mismo profesor del pasillo se dirigió a la puerta del aula haciendo con sus llaves ademán de abrirla. Sin embargo, al llegar, en lugar de eso permaneció unos instantes mirando el letrero, tras los cuales dijo:

–Sí, vais a ser la envidia de todo el instituto.

Los implicados sabían que no debían temer un castigo. Marco Zapata lucía un humor sarcástico, y sin ser muy simpático, sí se llevaba en general bastante bien con los alumnos, y parecía incluso comprender sus boberías juveniles. Así es que no hizo más que abrir la puerta, dar media vuelta y seguir su camino sin añadir nada.

Con el acceso ahora abierto, los alumnos de 3º D fueron entrando en el aula.
Oculto:
Aparcamiento; 8:05

Un monovolumen negro con las lunas tintadas entró en el parking del centro. Una vez aparcado, bajaron de él dos hombres trajeados y con gafas de sol oscuras. Uno de ellos portaba un maletín también negro, de poliéster. Del segundo era notable su considerable altura, y su evidente complexión fuerte.

Tras tocar el timbre del portero automático, la puerta que conectaba el parking con el patio del instituto se abrió, dando acceso a ambos a este, ya prácticamente desalojado.
Oculto:
Planta baja del bloque 1, dirección; 8:06

El despacho del director era una sala pequeña y tenebrosa, austeramente amueblada. Su persiana se encontraba cerrada, y la luz tenue de una lámpara de escritorio apenas la iluminaba lo suficiente como para poder leer un periódico.

Alguien golpeó de pronto la puerta desde el pasillo.


–Senyor director? –dijo una voz femenina.

–¿Señor director? –dijo una voz femenina.

La puerta se abrió con un chirrido.

–Ja hi són aquí.

–Ya están aquí.

En la próxima entrega de Aquella fatídica mañana...
Oculto:
Capítulo 3: La rutina en el IES La Ribera se ve de pronto alterada cuando un inesperado protagonista irrumpe en escena, sumiendo la ciudad en las sombras.

¡No os perdáis la segunda entrega la semana que viene!
Adjuntos
Aquella fatídica mañana... - Entrega 10.pdf
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Aquella fatídica mañana... - Primera parte.pdf
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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Ele Alzerav » 12 Oct 2013 05:20

Como ya dije es un fic currado, bien estructurado y con muchos detalles que lo hacen ser obsesivamente ordenado y limpio xD
La verdad es que hacía tiempo que no se veía algo "distinto" en la manera de realizar los fics en este foro, desde que se empezaron a introducir enlaces de youtube con música, no habíamos visto muchas más variaciones en la manera de presentarlos.

Aunque comienza un poco lento se ve que la cosa promete, estaremos atentos al próximo capítulo :)

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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Mataformigues » 12 Oct 2013 13:02

Ele Alzerav escribió:Aunque comienza un poco lento se ve que la cosa promete, estaremos atentos al próximo capítulo :)
Precisamente, una de las cosas que más me echaban atrás antes de decidir publicarlo, era la lentitud con que se desarrolla la acción; porque si ya da pereza seguir un fic, no digamos si es un poco lento. xD Y es que es una historia escrita a mi medida, no a la del lector. Es por eso que no me sorprenderé ni me sabrá mal si resulta ser un fracaso en cuanto a seguidores.

De todas formas, espero no desanimar con estas palabras a quien pueda estar interesándose por leerlo. xD Creo que la historia debe ser tomada como de intriga; en los primeros capítulos leeréis muchas cosas que os podrán parecer, en un principio, detalles que sobran, poco explicados o que no acaban de encajar con el resto de la historia, o incluso escenas o personajes que hacen una aparición, tras lo cual creeréis que el autor los ha olvidado. Pero algo que debéis saber es que nada es casualidad en este relato, y todo va cobrando sentido con el tiempo. Si no es mucho pedir, dadle una oportunidad, enfocadlo de esta manera, y seguro que no os decepcionará. :3
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Aquella fatídica mañana... - Segunda publicación

Mensaje por Mataformigues » 17 Oct 2013 20:50

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Comentario sobre la segunda publicación
Oculto:
Cualquier intento de descripción resulta ridículo frente a lo que aquello realmente fue. No será necesario citar el conocido refrán.

Para vosotros, y para ellos; capítulo 3.


Capítulo 3: Imperarán las sombras
Oculto:
Segundo piso, aula de 3º D; 8:06

–Seguimos con esa borrasca sobre las Islas Británicas que mantendrá fuertes rachas de viento de poniente en todo el tercio norte de la Península. En general, en el resto de la geografía peninsular imperarán el sol y la calma; una estabilidad que esperamos que se mantenga al menos durante los próximos dos o tres días.

» También es notable la aparición de un pequeño sistema nuboso en el Mediterráneo durante las últimas horas, que podría traducirse en una reducida probabilidad de lluvias moderadas en la zona del sur del archipiélago Balear.

» En nuestras otras islas, cómo no, se espera un tiempo estable y temperaturas que rondarán los 24 o 25 grados; aunque, eso sí, en las próximas horas algunos bancos de calima alcanzarán Lanzarote y Fue…

Alonso desconectó la radio de su reproductor de MP4. Ni siquiera era capaz oírla con tanto ruido de fondo.


–Què passa, Joan?

–¿Qué pasa, Joan?

–Hola –contestó Ferrer.

–Hola –contestó Ferrer.

–Ara tenim l’examen de socials... –dijo Alonso desalentado.

–Ahora tenemos el examen de sociales... –dijo Alonso desalentado.

–Bah, quin rollo

–Bah, qué rollo...

–Has estudiat?

–¿Has estudiado?

–Sí, però... no sé com anirà.

–Sí, pero... no sé cómo irá.

–¡Ferrer, tío! –dijo Ángel, acercándosele por detrás.

Ferrer lo miró extrañado. En raras ocasiones Ángel se dirigía a él con tal euforia.

–¿Tienes los apuntes de sociales?

–Sí –en ese momento, precisamente los sostenía en la mano.

–Me falta una pregunta, déjame verlos un momento.

Ferrer se los dio.

Ferrer y Alonso se sentaban en la última fila de mesas del aula. Desde allí, Alonso echó un vistazo a la puerta, haciendo un esfuerzo por esquivar a la gente con la vista. Comprobó que estaba abierta, y alumnos de 3º D y también de otras clases entraban y salían gritando y armando un gran escándalo. Giró la vista más a la derecha, hacia la mesa del profesor, que quedaba varios metros enfrente de él. Todo lo que vio fue a alguien de pie encima de ella. No había indicios de ningún ser autoritario: la profesora aún no había llegado. Intentó concentrarse en dar el último repaso para el examen, lo cual era casi imposible en medio de la locura de aquella aula.

En esto llegó Fernando de la parte frontal de la clase. Fernando era un chico fuerte, más bien bajo, con un abundante cabello castaño, largo hasta los hombros y recogido ese día con una coleta. Su cara estaba caracterizada por su tez blanca, su mandíbula rectangular y dos largas patillas y, en ese momento, una barba de un par de días. Saludó a los que se encontraban en esa zona con su acento suave y cierto aire de pasotismo que lo caracterizaba.

–¿Qué hacéis, empollones, estudiando? –dijo amistosamente.

–Pues, ¿qué va a ser? El examen de sociales –aclaró Alonso.

Fernando no tardó en contestar.

–La profesora no va a venir.

–Ojalá –intervino Ángel, sin levantar la vista de los apuntes de Ferrer, que escrutaba minuciosamente.

–¿Cómo lo sabes? –preguntó Alonso incrédulo, imaginando que no hablaba en serio.

–¿Es que no lo habéis visto? Le han pegado un puñetazo y la han estampado contra la pared.

–¿Qué dices? –dijo Isaac escandalizado, pasando por allí.

–¿Quién ha sido? –preguntó Ángel, abriendo sus ojos claros.

–No sé, uno de tercero C. Ahí, en el pasillo, donde están siempre liándose a tortas. Los idiotas la confundieron con una niña.

–Ha, ha… –masculló Ferrer con una risa tímida, pensando que ya la habían vuelto a liar los ‘sanjordinianos’.

–¿Y decís que había examen? –preguntó Fernando.

–Sí, subnormal –le contestó Alonso secamente.

Alonso no tuvo ningún ánimo de ofender con esa expresión. Era usual en él llamar de esta y otras maneras a sus amigos, a cuál menos agradable.

–Uf, ¡menos mal! No había estudiado.

En ese momento se escuchó un chillido proveniente de la otra punta de la clase.


–Amem! Voleu seure!? Eh? Què és això de ‘xD’?

–¡A ver! ¡¿Queréis sentaros?! ¿Eh? ¿Qué es esto de ‘xD’?

Como por arte de magia, todo el mundo calló y corrió en estampida a su asiento.

–Què teniu ara? –preguntó la profesora del turno de guardia, recién llegada.

–¿Qué tenéis ahora? –preguntó la profesora del turno de guardia, recién llegada.

–Ciències socials –respondió alguien entre la multitud.

–Ciencias sociales –respondió alguien entre la multitud.

Después de unos instantes de silencio, la profesora dijo:

–La professora de socials no podrà venir. Heu de fer l’examen. Ara vos els duré.

–La profesora de sociales no podrá venir. Tenéis que hacer el examen. Ahora os los traeré.

–¡Mierda! –se oyó decir a Fernando–. Marta, porfa, déjame los apuntes.

–Deixa’m! –le contestó con su típico mal humor.

–¡Déjame! –le contestó con su típico mal humor.

–¡Por favor!

La profesora salió al pasillo, y un minuto más tarde volvió a entrar cargada con los exámenes.
Oculto:
Carrer Pingüí; 8:14

Cerca de dos centenares de alumnos de 1º y 2º de ESO salían del instituto e iban subiendo a los cuatro autocares que los a llevarían a la sierra. A los organizadores les había costado convencer al director para que aprobara esa excursión, según él, “una absurda pèrdua de temps, en la pitjor època possible de l’any, tant meteorològicament com acadèmica” “una absurda pérdida de tiempo, en la peor época posible del año, tanto meteorológica como académicamente”. Pero lo cierto es que finalmente ahí estaban, disponiéndose a ir a visitar el monasterio.

–Hem tengut sort, eh? Mira quin dia més preciós! –exclamó triunfal Sofia, una de los cuatro profesores que organizaban la salida.

–Hemos tenido suerte, ¿eh? ¡Mira qué día más precioso! –exclamó triunfal Sofia, una de los cuatro profesores que organizaban la salida.

–Sí, idò… saps què? Fa una estona han anunciat pluja a la ràdio…

–Sí, pues... ¿sabes qué? Hace un rato han anunciado lluvia en la radio...

–Què dius!? No pot ser mai!

–¡¿Qué dices?! ¡Eso es imposible!

–Vés a saber… amb aquesta tardor tan estranya que estam tenint…

–Vete a saber... con este otoño tan raro que estamos teniendo...

–Mare meva… com se’ns foti el dia, ja veuràs tu…

–Madre mía... como se nos fastidie el día, ya verás tú...

–Calla, ni pensar-ho! Què? Ja hi són tots els teus alumnes?

–Calla, ¡ni pensarlo! ¿Qué? ¿Ya están todos tus alumnos?

–Sí. Per mi ja podem partir.

–Sí. Por mí ya podemos partir.

–Molt bé; idò, endavant.

–Muy bien; pues, adelante.
Oculto:
Segundo piso, aula de 3º D; 8:38

Alicia estaba pensativa, sentada sola en una esquina de la clase. Apenas hubo escrito su nombre en el examen, cuando advirtió que una mosca se había posado en una esquina de su mesa. La mosca caminó unos centímetros hacia el centro del tablero. Allí se detuvo, y comenzó a frotarse las patas.

A Alicia siempre le había maravillado observar insectos. Desde que era pequeña, solía salir a pasear algunas tardes (siempre sola, cosa que nunca le había importado), sentarse en un rincón aislado de un parque cercano a su casa, y observar la frondosa vegetación y los insectos que hacían su vida ajenos a las prisas y las inquietudes de la ciudad. Cosas de humanos. Ella siempre se había sentido identificada con la naturaleza en ese aspecto; quizás por eso mismo es que su actividad preferida era pasar horas completamente sola e inmersa en sus pensamientos, preferiblemente en lugares tranquilos y apartados.

Siguió la mosca con la mirada mientras esta echaba a volar y la abandonaba, escapando por la ventana. Esto la llevó a fijarse en el inmenso cielo azul, sobrecogedor… Y, cómo no, también en el imponente sol, que se alzaba como celebrando triunfal su reciente victoria sobre la noche.

Una cadena de pensamientos la llevó a un estado alterado de la conciencia, que todo el mundo puede adoptar, pero no cualquiera con tal facilidad. Alicia pasó en un momento a olvidar completamente sus preocupaciones y dejarse llevar por su imaginación, que tantos, sin pararse en ningún momento a intentar comprender, se atrevían a tachar de infantil.

El Sol jamás ha conocido la oscuridad.

¿Cómo debía de verse ella desde allí arriba, mientras elevaba la mirada a través de la ventana? Probablemente diminuta. Alicia cerró sus ojos e hizo un esfuerzo por desdoblarse, salir de su cuerpo y contemplarse a sí misma desde el cielo. Fue entonces cuando se le ocurrió que, tal vez, el Sol sí conozca la oscuridad. ¿Cuánto tardaba la luz en viajar entre el Sol y la Tierra? Unos ocho minutos, recordó. ¿Puede acaso el Sol ver las sombras antes de hacerlas desvanecerse?

De esta manera reflexionaba Alicia hasta que, pasado un buen rato, salió repentinamente de su ensimismamiento con un pequeño sobresalto.

–¡Ay! –gritó.

El sonido interrumpió el poco habitual silencio de la clase.


–Què passa? –se apresuró a inquirir la profesora que los guardaba.

–¿Qué pasa? –se apresuró a inquirir la profesora que los guardaba.

–Perdón. Creo que… me ha picado un mosquito –explicó Alicia.

–Le ha picado un mosquito… –murmuró alguien en la clase.

El comentario fue seguido de varias risas de otros compañeros.


–Silenci! A qui parli li llevaré l’examen! Alícia, com vas?

–¡Silencio! ¡A quien hable le quitaré el examen! Alicia, ¿cómo vas?

–Bé… –mintió la aludida tras resoplar.

–Bien... –mintió la aludida tras resoplar.

Miró su examen. No iba a conseguir mucho con la pregunta que había contestado… quizás medio punto. No le costó concluir que, no habiendo estudiado prácticamente nada, por mucho que se esforzara probablemente ni siquiera llegaría a conseguir en total dos puntos de diez, menos aún teniendo en cuenta el escaso tiempo que le quedaba.

Así que Alicia tomó una decisión. Se relajó, hizo un discreto estiramiento con sus brazos, tensándolos entre sus piernas, y procuró buscar la postura en que se encontraba justo antes del pequeño incidente. Tras ello, su atención acudió una vez más al cielo, pero encontrando esta vez algo distinto en él. Ya no tenía ese mismo fulgor de antes… ¿Sería tal vez su imaginación? Definitivamente, no. Esas nubes no se encontraban ahí tan solo un minuto atrás.

–¿Cuándo ha ocurrido eso? –murmuró casi inaudiblemente.

Una ligera brizna de viento, colándose por la ventana, rompió por un instante el perfecto reposo del momento, como un sutil agüero de las cosas que estaban por suceder. Alicia observó curiosa cómo una de las hojas de su examen se elevaba de la mesa y aterrizaba suavemente a unos pocos metros de ella, mientras un mechón de su largo cabello rizado, húmedo aún, se desprendía del resto y acariciaba su rostro.

–¿Qué es eso? –exclamó Marcos, desde el otro lado del aula.

Marcos se asomaba por la ventana. Su rostro era el de alguien que estuviera viendo un fantasma, algo imposible.

Todos se apresuraron a volverse ante aquella escena insólita. Aun estando en mitad de un examen, algunos atrevidos se levantaron de sus asientos para poder contemplarlo mejor.

La profesora no dudó en ponerse de pie y empezar a chillar al instante, mandando a todos a sentarse y lanzando amenazas de poner ceros a todo el mundo (lo cual era, obviamente, un farol, ya que ella no era la profesora de la asignatura y no podía hacer tal cosa). Viendo el poco caso que se le hacía, optó ella misma también por saciar su curiosidad. Sin moverse del lugar, se inclinó hacia la ventana y entrecerró los ojos, protegiéndose de la luz que la cegaba desde el exterior. Se puede decir que de inmediato olvidó por completo su cargo de responsabilidad sobre esa clase.

Era algo como jamás habían visto antes. En no más de unos segundos, cerca de la mitad del vasto cielo azul visible desde aquel ángulo se había ocultado tras unas densísimas nubes, que continuaban su avance a una velocidad pasmosa. La enorme masa era oscura como la mismísima noche, pero llegada a cierto punto de su avance, al incidir la luz del sol sobre ella, su descomunal frente adoptó en poco tiempo un inquietante color rojizo. Aquella pared de sangre acabó de hacer la escena terrorífica.

Isaac, quien se hallaba en pie como la mayoría de sus compañeros, se giró y corrió a su mesa en busca de sus gafas. Alejándose de los ventanales, se le ocurrió pensar que el aula parecía estar desierta, ya que todos los alumnos se encontraban en el lado opuesto. Hallándose el chico frente a la mesa, de espaldas a la escena, pudo de pronto sentir cómo un escalofrío le helaba la médula. Fue como el anochecer. En un instante, la sala se sumió en la oscuridad. Se giró lentamente para comprobar, entre sobrecogido y divertido, cómo el sol acababa de ser engullido por aquella procesión de sombras.

Tan rápido como el pensamiento podía asimilarlo, las tinieblas se habían apoderado de aquella que debió haber sido una mañana tan normal, tan clara y resplandeciente.

Aquella fatídica mañana…

En la próxima entrega de Aquella fatídica mañana...
Oculto:
Capítulo 4: Algo extraño sucede en las entrañas del edificio. La llegada del temporal no ha sido más que el comienzo de un terrible día de pesadilla.

¿A qué se debe la extraña visita que ha recibido el director del instituto? Descubridlo en la próxima entrega.
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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Ele Alzerav » 19 Oct 2013 23:56

Vamos a aprender idiomas y todo xD

Me estaba acordando de la tormenta del siglo de Stephen King,
habrá que ver cómo sigue para ver si se parece o no :P

Buen trabajo Mataformigues =D> =D>

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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Reshi » 22 Oct 2013 22:01

Debido a nuestra legendaria "amistad", me produce un cierto e inquietante interés tu historia,
me voy a sentar aquí tranquilamente a observar cómo se va desarrollando la acción... espero no hacerme viejo mientras tanto :twisted:


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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Mataformigues » 22 Oct 2013 23:07

Genial, ya hay confirmadas una criatura y cuarto que siguen mi relato. Tú ponte cómodo, Reshi, a ver si con suerte te mato de aburrimiento. :-''

Bueno, siguiendo la tendencia de publicar los jueves, a pesar de que los de Mojang AB se empeñen en que el lunes fue el "Let's-pretend-it's-Thursday-day" con motivo de la pre-release de la versión 1.7 de Minecraft, planeo realizar la cuarta publicación este jueves, día 24 de octubre de 2013, Año del Señor.

Otro asunto. Si no habéis notado aún indicios de ello, pronto os percataréis de que AFM es un relato basado íntegramente en la intercalación de escenas de diferentes, como yo las llamo, "sub-historias", protagonizadas por distintos personajes. Dado que yo soy el autor, y no sé hasta qué punto es difícil para un lector recordarlos todos (que de momento son pocos, pero en seguida se podrán contar por decenas), y más siendo que el relato se publica semanalmente, HESTOI PLANTIANDOME el incluir una guía de personajes en cada entrega. La guías se deberían hacer entrega por entrega, modificando cada una respecto a la anterior, con tal de no tener que lanzar una sola con spoilers. Bueno, sabed que no pretendo hacer una ficha para cada personaje, ni nada por el estilo, sino simplemente una lista tipo "Alumnos de 3º D", y debajo los nombres; o "Personal del instituto", y los nombres y el cargo de cada uno. Quizás, como mucho, haciendo referencia a en qué capítulos aparecen. Pero, como digo, no estoy muy seguro de si lo haré... ya me lleva bastante tiempo preparar cada publicación, y esto requeriría mucho más, así que ya veremos. xD Tengo hasta el jueves para pensármelo, y si no es en esta ocasión, tal vez para la siguiente. Mpà!
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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Ele Alzerav » 23 Oct 2013 00:48

Si no te cuesta mucho yo creo que sería lo mejor, porque si van a empezar a aparecer más nos vamos a hacer un lío xD
Cuando vas siguiendo una media de 7-8 fics que van publicando capítulos en períodos entre semanales y cada X meses, al final ya no sabes ni lo que lees xDD
Siempre viene bien un esquema que uno pueda revisar al ver cada capítulo.

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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Mataformigues » 23 Oct 2013 22:47

Ele Alzerav escribió:Si no te cuesta mucho yo creo que sería lo mejor, porque si van a empezar a aparecer más nos vamos a hacer un lío xD
Cuando vas siguiendo una media de 7-8 fics que van publicando capítulos en períodos entre semanales y cada X meses, al final ya no sabes ni lo que lees xDD
Siempre viene bien un esquema que uno pueda revisar al ver cada capítulo.
Perfàkto, entonces mañana incluiré la primera versión de la guía de personajes. (Iba a decir "Sí, mamá.", pero me sonaba muy raro... :? xD)
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Aquella fatídica mañana... - Tercera publicación

Mensaje por Mataformigues » 24 Oct 2013 19:57

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Comentario sobre la tercera publicación
Oculto:
Como podéis ver, he adjuntado una guía de personajes al final del fragmento, cada uno con enlaces a los capítulos en que aparece. ¡Ojo! La guía solo incluye los personajes que aparecen hasta el capítulo 3, no incluyendo los del 4. Hago esto así para evitar posibles spoilers a quien quiera consultarla mientras aún está leyendo, pero de forma que sirva de recordatorio y referencia de los personajes aparecidos en publicaciones anteriores. Con la próxima entrega, por tanto, adjuntaré una nueva versión de la guía actualizada hasta el capítulo 4.

Sin más, aquí os presento el siguiente capítulo, donde por fin se empieza a evocar aquello que nos une a todos los usuarios de este foro...

» Enlace a vídeo

Capítulo 4: Oscuridad
Oculto:
Planta baja del bloque 1; 8:47

Penumbra.

Alberto se inquietaba más y más, si cabe. Nunca antes lo habían mandado al despacho del director. No se consideraba un estudiante ejemplar, intachable, pero jamás habría imaginado llegar algún día a encontrarse en una situación como esa. La mayor mancha en su expediente hasta el momento era una simple amonestación formal por un asunto de poca importancia, puesta dos años atrás, cuando iba a primer curso y aún se consideraba un crío.

Le pasaban muchas cosas por la mente. ¿Qué le ocurriría? ¿Lo expulsarían del instituto? No… lo que había hecho era demasiado grave. No solo lo expulsarían unos días, sino que seguramente lo echarían para siempre. Pensó que perfectamente podrían denunciarlo por lo que había sucedido. Qué decepción iba a ser para sus padres… no quería imaginar todo lo que eso supondría.

Su nerviosismo seguía en aumento, y más a causa de la oscuridad que, sin avisar y sin ninguna razón ni sentido, se cernía de repente sobre el instituto. Pero esto no le importó demasiado. Tenía cosas más serias de las que preocuparse que de si llovía o nevaba.

El sonido ahogado de un trueno lo hizo volver a la patética realidad en la que se encontraba atrapado.


–Es troba millor? –preguntó una profesora entrando en el bloque.

–¿Se encuentra mejor? –preguntó una profesora entrando en el bloque.

El conserje salió de su despacho.

–Se l’ha enduit una ambulància. No l’has sentit?

–Se la ha llevado una ambulancia. ¿No la has oído?

–Ah, sí, m’ha semblat sentir una sirena, però no he pensat que fos per això… –Hizo una pausa.– Llavors, deu ser pitjor del que pensava.

–Ah, sí, me ha parecido oír una sirena, pero no he pensado que fuera por esto... –Hizo una pausa.– Entonces, debe de ser peor de lo que pensaba.

–No ho sé, però no s’ha despertat, encara seguia inconscient. Aquesta dona... saps que té la salut fràgil; pren un munt de pastilles, i de vegades es mareja. Potser ha estat per un efecte secundari...

–No lo sé, pero no se ha despertado, aún seguía inconsciente. Esta mujer... sabes que tiene la salud frágil; toma un montón de pastillas, y a veces se marea. Quizás ha sido por un efecto secundario...

–Vaja, home… –la profesora miró a Alberto con un indisimulado desprecio–. Aquest és el salvatge que li ho ha fet?

–Vaya, hombre... –la profesora miró a Alberto con un indisimulado desprecio–. ¿Este es el salvaje que se lo ha hecho?

El conserje también miró a Alberto, que estaba de pie de espaldas a una pared, como quien espera que llegue su hora. Luego dijo:

–Sí… Tú te vas a enterar, chaval. Se te va a caer el pelo.

Alberto se estremeció.

Por la entrada sur del bloque entró a escena otro profesor. Era joven, de entre veinticinco y veintisiete años, y lucía un aspecto bastante informal. Había sido él el primero en llegar a la escena del pasillo cuando todo había sucedido, y quien había acompañado a Alberto hasta en área en que se encontraba esperando.


–On és el director? –preguntó muy malhumorado–. No pensa encarregar-se d’aquest?

–¿Dónde está el director? –preguntó muy malhumorado–. ¿No piensa encargarse de este?

–El director es troba reunit –contestó rápidamente el conserje.

–El director se encuentra reunido –contestó rápidamente el conserje.

–I encara no sap el que ha passat?

–¿Y aún no sabe lo que ha pasado?

–No li hem dit. Ens deixà ben clar que la reunió era importantíssima, i que no l’havíem d’interrompre per res en absolut.

–No se lo hemos dicho. Nos dejó bien claro que la reunión era importantísima, y que no le debíamos interrumpir por nada en absoluto.

–Ni tan sols per això?

–¿Ni siquiera por esto?

El conserje arqueó las cejas.

–Potser no estam fent bé, però hem preferit prendre el seu rotund “res en absolut” com un “res en absolut”.

–Puede que no estemos actuando bien, pero hemos preferido tomar su rotundo “nada en absoluto” como un “nada en absoluto”.

–I es pot saber almenys amb qui es reuneix?

–¿Y se puede saber al menos con quién se reúne?

–No estic gaire segur. Crec que em va dir que era un… de la Conselleria. –Bajó el tono de voz considerablemente, como si fuera a contar un chisme.– Venia en un cotxe súper luxós, ben vestit... i, no t’ho perdis! Amb un goril·la que l’ha acompanyat fins a l’entrada. La veritat és que si no sabés que és un polític, hauria pensat que es tracta d’un agent secret…

–No estoy muy seguro. Creo que me dijo que era uno... de la Conselleria. –Bajó el tono de voz considerablemente, como si fuera a contar un chisme.– Venía en un coche súper lujoso, bien vestido... y, ¡no te lo pierdas! Con un gorila que lo ha acompañado hasta la entrada. La verdad es que si no supiera que es un político, habría pensado que se trata de un agente secreto...

El profesor lanzó un suspiro.

–Bé, idò… jo m’he d’anar –dijo–. Quan acabi, digueu-li-ho. Ell sabrà què s’ha de fer, supòs.

–Bien, pues... yo me tengo que ir –dijo–. Cuando acabe, decídselo. Él sabrá qué hay que hacer, supongo.

–Sí… jo també m'en vaig, que ara tenc classe –se excusó la profesora.

–Sí... yo también me voy, que ahora tengo clase –se excusó la profesora.

–Molt bé. Idò jo torn al despatx, que tenc feina –concluyó el conserje.

–Muy bien. Pues yo vuelvo al despacho, que tengo trabajo –concluyó el conserje.

Los dos profesores salieron del bloque, y el conserje entró en su despacho. De este modo Alberto se quedó solo de nuevo. Miró su reloj. Eran las 8:52. En menos de tres minutos sonaría el timbre, y probablemente el bloque se llenaría de profesores. Pensó también que esa parecía una hora probable para que acabara la reunión del director.

Por el momento, no halló a nadie más en la zona, y pudo comprobar por la ventanilla de conserjería que el conserje estaba muy entretenido con sus quehaceres. Alberto logró poner la mente en blanco. Por un momento, como en respuesta a un mecanismo básico de supervivencia, consiguió por fin relajarse un poco. De este modo se alejó de la pared junto a la que se encontraba, para errar por el amplio espacio del piso. Sin quererlo, en pocos pasos se encontró ante la imponente puerta cerrada del despacho del director. Podía sentir algunas voces amortiguadas procedentes de él.

Volvió a mirar de reojo al conserje a través de la ventanilla. Parecía ocupado. También vio que secretaría, situada justo enfrente de dirección, estaba vacía. Alberto se acercó un poco más a la puerta del despacho. Fue poco lo que pudo oír. Decían algo de… ¿un virus? Quizás hablaban de un virus, bien pudiera ser la gripe, que estuviera causando estragos entre los alumnos y los profesores, típico en esa época del año.

¿Se lo pareció, o había escuchado también la palabra ‘seguridad’? ¿Sería que se referían las salidas de emergencia, o los sistemas de seguridad del instituto? Era extraño… no lograba asociar una cosa a la otra. Pero pronto se le ocurrió una idea. Virus… seguridad… ¡Claro! ¡Estaban hablando de informática! Debía de ser un técnico de los ordenadores…

Nada interesante –pensó–. ¿Y para esto son necesarios tanto secretismo y tanta pompa?

Justo en ese momento, los oídos de Alberto fueron sacudidos por uno de los mayores truenos que había oído en su vida. El susto le hizo dar un brinco hacia atrás, quedando lejos de la puerta.

En esto, sonó el timbre.
Oculto:
Segundo piso, aula de 3º D; 8:55

A la orden del timbre, los alumnos que aún no lo habían hecho entregaron sus exámenes. Todavía con el susto en el cuerpo, causado por aquel brutal trueno, Ángel se acercó al ventanal. Estaba abierto de par en par. Muchos alumnos, incluido Diego, se habían reunido allí tras acabar el tiempo del examen.

Diego era un chico bastante raro. En apariencia un joven normal, con el aspecto de un seguidor del hip-hop. Era de estatura media, para su edad. Solía vestir chaquetas o jerséis anchos, de grandes capuchas. Sus pantalones, típicos vaqueros, siempre dos o tres tallas por encima de la suya. Y nunca podía faltar su gorra de marca reposando sobre su melena negra; para sus compañeros era raro verlo sin una de las viseras de su colección adornando su cabeza.

Todo esto podría parecer normal, pero no era tanto en su imagen como en su extravagante personalidad donde radicaba su rareza. Diego era la persona que parece que nunca puede estar seria, siempre haciendo y diciendo tonterías que fácilmente superan los límites humanos. Pero era esto lo que le hacía caer bien a todos sus conocidos.

Ángel, quien también era un discípulo del estilo hip-hop, se asomó junto a él.

Una tormenta a tiempo siempre es un bello y agradecido espectáculo, un regalo de la naturaleza para los sentidos, una flamante exhibición de poder y toda una lección de humildad. Pero aquella… aquella parecía exceder los límites de lo corriente. De poder los rayos contarse, sería por decenas cada minuto. Uno tras uno, descargaban su furia a no mucha distancia, rompiendo la dielectricidad del aire, zigzagueando a través de la atmósfera y llevándola hasta una esplendorosa incandescencia, haciéndola a la vez explotar ensordecedoramente.

Yeah, tío, vaya follón –dijo Ángel.

–¡Sí! –contestó Diego alargando mucho la vocal, con su practicado tono de psicópata.

Ante la respuesta, Ángel no pudo reprimir sus ganas de exclamar:

–¡Aghrwúa! –un gruñido típico de Ángel, como intentando imitar un animal del Triásico.

Diego respondió a la ‘llamada de la selva’ con un extraño ademán con los brazos, cruzándolos en su pecho, acompañado de su mejor cara de engreído. También algo típico.

–¡Vamos a morir todos! –aseguró Ángel.

–Hay que decirle a Isaac que ahora sí que es el fin del mundo.

Y es que Isaac tenía fama en el instituto de predicar continuamente la inminencia del fin del mundo. No pocos creían que él estaba realmente convencido de ello.



Mientras tanto, en el pasillo, junto a la puerta abierta del aula, el aludido se encontraba intentando hablar con un compañero de la clase de al lado. En realidad, la comunicación convencional era casi imposible en medio del alboroto que se había formado en el pasillo, semejante al de una hora atrás. No es que eso fuera algo inusual durante los cambios de clase, pero extrañamente, y de seguro algo tenía que ver con ello lo anómalo de la situación climática, aquel día los pasillos parecían mucho más caóticos de lo normal, como si todo el instituto se encontrara sumido en una profunda crisis de histeria colectiva. Y no parecía que la ausencia de los alumnos de primer y segundo curso relajara la situación.

Isaac y Oliver se divertían haciendo lo que ellos solían denominar ‘decir paridas’. Este ejercicio consistía en utilizar ‘paridas’, frases absurdas registradas en una gran lista imaginaria, combinándolas para obtener resultados hilarantes.

–Imagínate –dijo Oliver, preparándose para una de sus interpretaciones magistrales.

El joven cambió entonces su tono de voz para imitar el de una niña pequeña.

–“Huy… ¡cuánta confusión!”

Diciendo esto, alzó el puño al aire, moviéndolo hacia atrás por encima de su hombro, emulando con una onomatopeya el sonido de un puñetazo.

La broma estaba en lo absurdo: imaginar a alguien aprovechando la situación para pegar a quien pasara por detrás. Lo que ellos no esperaban era que, al blandir Oliver su puño, sin quererlo golpearía de verdad la cara de alguien.

Oliver se giró de inmediato para ver cómo un desconocido, probablemente de cuarto de ESO, se llevaba resentido las manos a la nariz. El chico echó una mirada a Isaac, que éste interpretó como un claro “Yo no sé nada…”, y medio segundo después desapareció de la escena, refugiándose en su aula. Isaac no se lo pensó dos veces, e hizo lo propio en la suya. Si nadie había visto aquella agresión, no sospecharían de Oliver entre toda la multitud. Casi se podría decir que tuvo suerte.

Pero un golpe de suerte es algo trivial. Y más aquel trágico día.
Oculto:
Planta baja del bloque 2, trastero; 9:03

El director y su acompañante se abrieron paso entre los objetos de esa sala oscura. El sonido de la impresionante tronada ayudaba a hacer el ambiente más tenebroso, a pesar de que el trastero ya de por sí lo era. Las telarañas se acumulaban en su techo y en cada rincón, y por todo había objetos semiabandonados: una vieja carretilla, botes de pintura, ladrillos… En apariencia un lugar nada adecuado para lo que se disponía a albergar.

Llegaron hasta una puerta. Una luz roja lucía junto a su cerradura electrónica. El director introdujo una contraseña en un panel de la pared con un teclado numérico, tras lo cual el panel emitió un pitido al que sucedió el sonido de la cerradura abriéndose, y la luz roja cambió a verde. Tras ello, el hombre tiró de la pesada puerta blindada, y ambos la atravesaron. La luz de la pequeña sala se encendió automáticamente al detectar su presencia.

Aquel almacén, de no más de cuatro metros cuadrados, por su tamaño bien podría servir de cuarto de escobas. Pero no había escobas ni fregonas en él, sino tres estanterías llenas de libros y archivadores polvorientos. El director se acercó a uno de los muebles, haciendo un gesto.

–Aquí –dijo señalando un hueco en un estante.

El extraño, que aún portaba el maletín, lo depositó delicadamente en el lugar indicado.

–Muy bien –dijo el director mirándolo–. Este es el lugar.

–¿Es seguro? –interrogó el mismo hombre que había dejado la maleta, con una temible voz autoritaria, a pesar del aspecto joven que presentaba.

–Totalmente. Aquí nadie entra nunca, y tan solo usted y yo conocemos el código de la cerradura.

–Perfecto. Entonces debo suponer no habrá ningún problema. ¿Cierto?

Ambos salieron del zulo.

–En absoluto –aseguró el director del centro–. Es imposible que algo vaya mal. Puede quedarse usted bien tranquilo.

Volvió a introducir la contraseña en el panel, y la luz volvió cobrar su anterior tono rojo. Una vez más sonó la cerradura.

–En ese caso es usted quien puede estar tranquilo.

Lo dijo de una forma muy convincente, amenazadora, mientras sacaba unas gafas oscuras de su gabardina. Bien sabía que, en realidad, a quien más le convenía dicha tranquilidad no era otro sino él mismo.

El director calló hasta pasados unos segundos.

–Y… en cuanto al trato…

–Ah, sí… –dijo el hombre sin dejarle terminar, poniéndose las gafas con una mano–. El pagamiento se efectuará una vez que el traspaso se haya completado.

–Pero… me dijeron que…

–Como comprenderá, no podemos arriesgarnos a que algo no salga según lo previsto. No se inquiete si le digo que lo estaremos vigilando.

–Por supuesto. Está bien –dijo sumiso.

–Muchas gracias. Es un placer hacer negocios con usted –dijo haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

Le tendió una mano enguantada, que el director estrechó cordialmente.

–Si no hay más que decir, debo irme.

El hombre abrió un paraguas grisáceo y se adentró en la densa cortina de lluvia.



Es imposible que algo vaya mal.

Esas palabras resonaron en las mentes de ambos interlocutores, quienes no creían tener razones para pensar lo contrario.

Poco tiempo después descubrirían amargamente que nada es imposible. La lección más dura de sus vidas.
Oculto:
Caimari; 9:03

Sofia estaba aburrida, recostada en su asiento del autocar. Tenía la vista perdida en el paisaje. Llevaban ya cerca de tres cuartos de hora de viaje: toda una odisea para los isleños, poco dados a la carretera. Algo llamó la atención de Sofia entonces, lejos, desde el horizonte. Con la visión privilegiada que le concedía la elevada montaña, podía vislumbrar una inquietante masa de nubarrones oscuros acercándose por el sur.

Sofia pensó que solo podía tratarse de una tormenta, y no precisamente una pequeña. Estaría en ese momento a la altura de Palma, de donde habían partido.


Buf… com això arribi fins aquí, l’hem cagada…

Buf... como esto llegue hasta aquí, la hemos cagado...

Imaginó que no tardarían en llamarla a ella o a uno de los otros profesores desde el instituto, si ciertamente se trataba de una tormenta importante. Si llovía, tendrían que volver al instituto, o pasarse toda la mañana resguardados en el monasterio, lo que destrozaría totalmente los planes que habían preparado durante semanas.

Rogó al cielo que no fuera así.

En la próxima entrega de Aquella fatídica mañana...
Oculto:
Capítulos 5 y 6: No hay crimen sin castigo. No hay pecado sin penitencia. La Purga empieza aquí, y ahora.

¿Estás listo para presenciarla?

Guía de personajes
Oculto:
Personal del instituto

Director: 2
Marco Zapata (profesor): 2
Profesor organizador de la visita al monasterio: 3
* Profesora de ciencias sociales: 2
Profesora de guardia: 2
Secretaria (llama a la puerta del director): 2
Sofia (profesora organizadora de la salida al monasterio): 3


Alumnos de 3º D

Alicia: 1, 3
Alonso: 3
Ángel: 2
Fernando: 3
Isaac: 2, 3
Joan Ferrer: 2, 3
Marcos: 3
Marta: 3


Otros alumnos

David: 2
Matones: 1
'Sanjordinianos': 2


Otros

Hombres de negro: 2


Nota: Los personajes marcados con un asterisco (*) no hacen aparición en persona, pero de algún modo son nombrados por el narrador u otros personajes.

Comentario de conclusión
Oculto:
Sabed, seguidor y cuarto confirmados de mi relato, y quienquiera que sin querer o queriendo lea estas líneas, que estoy planeando una novedad para la próxima publicación. Se trataría de una alternativa para la forma de presentarlo. Tranquilos, no pienso grabarme en vídeo narrando. xD Ya sabréis cosas, si sigo adelante con ello. (Tampoco es nada demasiado emocionante, no os equivoquéis. xD)

Sugerencia
Oculto:
¿Quieres adentrarte en el relato al máximo? ¿Sentirte como un personaje más? ¿Te gustaría dar un paseo alrededor del IES La Ribera, visitar el pueblo de los 'sanjordinianos', o admirar la hermosura del bosque de Caimari? ¡Usa Street View!

Busca en el relato los enlaces a las localizaciones en Google Maps, pulsa "más" en la ventanita de información, y selecciona "Street View". Tu experiencia con Aquella fatídica mañana... será excepcional.

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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Ada Wesker » 25 Oct 2013 06:27

TT_TT perdon por no comentar antes, ya me habia leido los tres primeros capitulos y no habia comentado porque ultimamente no he tenido tiempo y me lei todo de "corrido" por decirlo de alguna manera, cuando tenga mas tiempo me lo leere con mas calma...

Si este es un fic que escribes a tu gusto, te digo que me encanta, es bueno ver historias que sean "reales" o sea, sin virus ni BOWs... Y realmente admiro tu forma de escribir, en serio, mis Felicitaciones, Mataformigues :D

Y no me confundo tanto con los personajes, y Alicia es la que me agrada mas xD, y como yo digo "¿Como puedes pedirle a alguien que busque compañia si disfruta de la soledad?" es logico, no? Y que (no se si sea bueno o malo) bueno que le interrumpieron el examen, supongo que era lo mejor, aunque por lo que decia en el adelanto, se viene la tempestad... Y no se como, pero yo siempre me salvo de los examenes 8) o apenitas y sobrepasando la nota minima para aprobar [ahi me saco un 7]

Bueno, ya tienes otra lectora mas y espero el siguiente capitulo... estoy como para comerme las uñas, pero nada! me aguanto y espero la siguiente entrega ;D

Saludos ;-)
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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Mataformigues » 25 Oct 2013 18:54

¡Oh, gracias por tu comentario, Ada Wesker! ^^ Me alegra ver que sois ya oficialmente dos seguidores y cuarto. xD
Ada Wesker escribió:es bueno ver historias que sean "reales" o sea, sin virus ni BOWs...
Bueno... creo que esa conclusión por tu parte es un poco precipitada, estando apenas empezando la historia. xD Aunque, eso sí, algo que yo quiero por encima de todo es alejarme de fumadas inverosímiles, como las que se vienen viendo en la mayoría de historias de "biología-ficción", incluyendo Resident Evil y derivados. Como digo, es una historia hecha a mi medida, y a mí lo que más me gusta de una historia de ciencia-ficción es poder creérmela, pensar que lo que se muestra no es física ni química ni biológicamente imposible, sin que deba dejar de ser fantasía. Y, bueno, como también dije al principio, la primera parte se dedica sobre todo a mostrar el contexto de los sucesos (el instituto, los personajes...)... lo bueno llega después. xD Supongo que esa es la lacra del relato, pero yo soy feliz con ella.
Ada Wesker escribió:Y no me confundo tanto con los personajes, y Alicia es la que me agrada mas xD, y como yo digo "¿Como puedes pedirle a alguien que busque compañia si disfruta de la soledad?" es logico, no? Y que (no se si sea bueno o malo) bueno que le interrumpieron el examen, supongo que era lo mejor, aunque por lo que decia en el adelanto, se viene la tempestad... Y no se como, pero yo siempre me salvo de los examenes 8) o apenitas y sobrepasando la nota minima para aprobar [ahi me saco un 7]
Y que lo digas, Alicia también es mi personaje preferido con diferencia. Veo por otros temas que siempre habláis de vuestros... ¿cómo los llamáis? Los personajes que os inventáis y les dais trasfondo y personalidad, y los tenéis como un símbolo. Pues esta Alicia sería algo así como el mío. : ) Planeo desarrollarlo en la historia más que cualquier otro.
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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Ele Alzerav » 30 Oct 2013 17:47

¿Cómo que no te vas a grabar tú contando el relato? :c
xDD
Ya, ya si es comprensible, eso sería mucho más trabajo para ti. Pero igual sonaba bastante bien, además de mucho más cómodo para nosotros xD

Como dice Ada Wesker en principio parece que va a ser algo mucho más centrado en "la realidad" pero para creerse la ciencia ficción como pretendes, tiene que empezar todo así; te meten en un mundo completamente realista y luego te empiezan a meter cosas fantásticas a pinceladas.
De momento se sigue vislumbrando todo con bastante normalidad y no se sabe exactamente por dónde va a venir la acción, supongo que esa es tu intención... o eso o que va a venir de varios sitios a la vez xD

A mi me sirve bastante la guía, así me lio menos :P
Y lo del Street View, genial. A nadie se le había ocurrido, supongo también que porque la mayoría de los fics transcurren en escenarios ficticios que por muy bueno que sea google no recoge xD

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Re: Aquella fatídica mañana...

Mensaje por Mataformigues » 30 Oct 2013 20:23

Ele Alzerav escribió:Y lo del Street View, genial. A nadie se le había ocurrido, supongo también que porque la mayoría de los fics transcurren en escenarios ficticios que por muy bueno que sea google no recoge xD
Si es que no os habéis dado cuenta, pero yo estoy pagado por el Govern de les Illes Balears para hacer publicidad de mi preciosa isla. xDDD (Es broma.)

En cuanto a la "agilidad" del desarrollo de la trama, bueno... no quiero adelantar más de la cuenta: puede que tarde en llegar, pero la acción se presentará por sorpresa y a lo hardcore. xDDDDD No, a ver, sí se sabe que va a llegar, porque desde el principio se viene anunciando durante el relato, pero no deja de ser chocante cuando por fin aparece, o eso me parece a mí. xD Patético que tenga que estar pidiéndoos continuamente que no os desesperéis. xD

PORSIERTO, mañana toca entrega... y yo aún no he empezado a prepararla, Dios me salve. :?
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Aquella fatídica mañana... - Cuarta publicación

Mensaje por Mataformigues » 31 Oct 2013 20:05

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Comentario sobre la cuarta publicación
Oculto:
Cuarta entrega de este relato, formada por los capítulos 5 y 6. Solo una advertencia al respecto: que no os engañen las apariencias. Algún día recordaréis estas palabras.

Quisiera además, pedir un favor a los lectores. En una de las escenas de esta entrega se hace una detallada descripción de parte de la estructura del edificio. Esta primera descripción se irá complementando con otras distribuidas oportunamente en futuros capítulos. La cuestión es que no me resultó fácil, en su día, realizar la descripción que leeréis, de modo que quedara clara y comprensible. Es por eso que agradeceré si me decís qué os ha parecido, si creéis que la habéis entendido o no. ¡Gracias de antemano! No os aburro más. xD (Eso espero, porque lo contrario significaría que el relato es infumable.)


Capítulo 5: Un destino fatal
Oculto:
Planta baja del bloque 1; 9:05

Alberto no podía soportar ya más esa horrible espera. Unos minutos atrás, el director había salido de su despacho acompañado por otro hombre. El conserje intentó decirle lo que había ocurrido, pero, extrañamente, no le hizo el más mínimo caso.
“Ara no, per favor; esperi’s uns minuts.” “Ahora no, por favor; espérese unos minutos.” Sin siquiera mirarlo a la cara, salió al exterior por la puerta sur, en dirección al bloque 2. Tampoco pareció reparar en la presencia del chico.

El joven se sobresaltó al oír abrirse la misma puerta por la que había salido el director, unos metros a su izquierda. La luz de un relámpago dibujó su oscura silueta entrando por ella.

Instantáneamente se fue la luz. Entonces sí, la oscuridad fue total. Una oscuridad tan densa que llegó a inundar también los sentidos del pobre Alberto.



Tras escasos milisegundos, en el trastero del bloque 2 sonó un pitido. Un instante después, el ruido de una cerradura. La luz que antes era roja se tornó de nuevo en verde.

Nadie oyó esos sonidos, así como nadie oye el crujir de un árbol en la frondosidad de un bosque solitario. Qué más da. La prisión se había abierto.
Oculto:
Planta baja del bloque 2, trastero; 9:06

Begoña, también conocida como Bego, la nueva encargada de la limpieza, entró en el trastero con su ropa rociada de algunas gotas de lluvia, que lograron alcanzarla aún bajo la cubierta del edificio. Había dudado antes de hacerlo, pero finalmente creyó que ese era el lugar correcto. Las indicaciones que le habían dado eran bastante claras, tenía que ser ahí.

Pensaba que, desde luego, aquel edificio tenía un diseño poco menos que extraño. Se atrevería a decir que incómodo. El instituto, tremendamente funcional, estaba dividido en cuatro bloques, aunque todos ellos estaban conectados entre sí de una manera u otra, de modo que en conjunto conformaban un solo edificio. Tres de los bloques se encontraban alineados, numerados por orden del 1 al 3, y totalmente unidos por el primer piso, que abarcaba los tres, y cuya estructura consistía en un larguísimo pasillo con las aulas dispuestas a los lados. El segundo piso era de aproximadamente la mitad de la longitud del primero, abarcando todo el bloque 1 y parte del 2. Su estructuración era idéntica a la del primero.

Lo único que permitía distinguir los tres bloques que formaban el grueso del edificio era, por tanto, las enormes separaciones vacías que existían entre ellos en la planta baja. Para moverse de un bloque a otro estando en dicha planta, no había más remedio que salir del edificio, pasando por alguna de las dos grandes zonas anexionadas al patio del instituto que quedaban cubiertas por el primer piso. Todas las escaleras de acceso a los dos pisos del edificio, además, daban a estos huecos (excepto por dos de ellas, exteriores, que se encontraban en los extremos de la edificación, en los bloques 1 y 3), de modo que para llegar del primer piso a la planta baja de cualquiera de los tres bloques también era necesario pasar por ellos.

Esto, desde luego, no era algo que le hiciera nada de ilusión a Begoña, y menos durante el otoño y el invierno, cuando eran habituales los días tan fríos y húmedos como era aquel.

El apagón le impedía ver casi cualquier cosa. Con un poco de esfuerzo, sobre una mesa cercana a la entrada, consiguió distinguir algunos objetos, entre ellos uno cuya forma recordaba a la de una gruesa linterna. Lo cogió. En efecto, se trataba de una linterna; además, con pilas cargadas, como comprobó cuando intentó encenderla.

Una vez que hubo conseguido algo de luz, lo que pudo ver le extrañó. La sala no era como ella la esperaba: había utensilios de jardinería, de albañilería… y un montón de trastos aparentemente inutilizados. Pero no veía por ningún lado los productos de limpieza, ni las escobas, ni las fregonas.

¿Dónde puñeta estarán?

Dejó aparcado el carrito que arrastraba en una esquina a su izquierda.

Junto al lugar donde estaba ahora el carro, una estrecha escalera descendía hacia a algún lugar del subterráneo. Bajó la vista hacia las tinieblas. Lo que vio fue un lugar lúgubre, en apariencia muy húmedo. Agudizó el oído y sintió el claro sonido de una gotera de una frecuencia baja y constante. Bego se estremeció al oír un trueno mientras tanteaba atentamente ese oscuro abismo. Apartó rápidamente la vista de ese espantoso lugar, y enfocó la linterna al fondo de la sala donde se encontraba, donde halló una puerta cerrada y, junto a ella, una pequeña lucecita verde. Se acercó.

Vaciló un momento, pero se decidió a abrir la puerta. Al fin y al cabo, si ese instituto iba a ser su lugar de trabajo durante al menos los siguientes ocho meses, debía empezar a familiarizarse con el lugar; cuanto antes, mejor. Además, quizás sería ahí dentro donde encontraría por fin una escoba en condiciones…

Abrió la puerta. Dentro, la oscuridad era absoluta. Alumbró la salita con la linterna. Estaba llena de estanterías con libros y archivos, viejos y polvorientos. Una vez más, suciedad en abundancia, pero nada relacionado con el concepto de limpieza. Mientras curioseaba, se le ocurrió que seguramente le tocaría a ella limpiar todo eso algún día. En una de las estanterías encontró un abultado objeto negro, algo extraño y disonante en aquel cementerio de documentos. Tiró de un asa que sobresalía de él, y en seguida lo tuvo en sus manos. Era un maletín, que a diferencia de todo lo demás en aquel trastero, no parecía tener nada de polvo.

Pensó que no debía de llevar allí mucho tiempo. Lo posó en un estante vacío y lo abrió.

Una vez abierto, dirigió un haz de luz a su interior. Dentro no encontró lo que esperaba, como algunos documentos, o algo parecido, sino que el maletín estaba relleno con un acolchamiento de espuma plástica. Y en él, encajados en unos huecos a medida, cinco frascos de un extraño líquido anaranjado.

También había dentro algo que la impresionó: una especie de pistola. Pero estaba claro que no era un arma, no podía serlo. En lugar de un cañón, tenía una punta con forma de aguja afilada, y también un hueco para encajar algo, presumiblemente esos recipientes, como si se tratase de cargadores. Le recordó a un aplicador de silicona, lo cual habría tenido algo más de sentido, de no ser por esa extraña aguja.

Qué cosa más rara. Que me parta un rayo si no lo usan en biología –pensó, sin meditar en la peligrosidad del desafío dado el panorama en la calle.

Vaya cosa. Seguramente en las prácticas de la asignatura se dedicaban a torturar animalitos, como ratones, inyectándoles esas sustancias. Desde luego, no tenía ni idea de quién lo habría llevado allí, pero aquel no parecía lugar para ese maletín; no sabría decir por qué, pero no tenía la apariencia del objeto que se utiliza de vez en cuando y luego se guarda en el trastero. Decidió llevarlo al laboratorio de biología. Y es que, si había una manía que la ponía histérica, era la del orden. Y, visto lo visto, en ese sitio había mucho trabajo por hacer al respecto.
Oculto:
Segundo piso, aula de 3º D; 9:08

Ya hacía rato que había llegado la profesora de biología. Ese día tocaba práctica: la mitad de la clase iría al laboratorio, y el resto se quedaría en el aula haciendo teoría. El que a esas horas no hubieran marchado ya, no era sin motivo.

La profesora de laboratorio aún no se había presentado en el aula. Pero eso no suponía ningún problema, al menos para los alumnos. En la espera, algunos seguían admirando la tormenta desde los ventanales del aula, para entonces cerrados dada la intensidad del viento, mientras otros se agrupaban en las mesas para hablar. A cada momento, los relámpagos iluminaban la oscuridad en que se había sumido el barrio, y de seguro la ciudad entera.

El viento silbaba tras las ventanas, y una lluvia torrencial había empezado a caer incesantemente, sobre el suelo ya totalmente cubierto de agua. El patio del instituto parecía una especie de balsa gigante, donde las ondas producidas por el viento sobre el agua danzaban de un lado a otro superponiéndose desfasadas.

Los alumnos de La Ribera sabían bien por qué cada vez que llovía sucedía esto en ese barrio (aunque nunca de tal manera como ese día): décadas atrás había sido levantado sobre una zona pantanosa, con un suelo extremadamente húmedo, lo que hacía que solo un poco de lluvia pudiera causar una inundación fácilmente. Esto mismo dificultó, solo tres años atrás, la construcción de los cimientos del mismo edificio. Además, para colmo, los enormes charcos de agua, que se perpetuaban durante toda la temporada de lluvias, hacían la labor de criaderos de mosquitos, que más de un año, y aquel no era menos, habían llegado a suponer una auténtica plaga insoportable.

Alonso, quien no parecía sentirse muy emocionado por la tempestad que sobrecogía a sus compañeros, encendió su reproductor de MP4 e intentó sintonizar la radio.

Tan solo alcanzó a escuchar un estridente ruido blanco que indicaba que la frecuencia era ininteligible. Eso sí que era algo impactante. No tenía constancia de que una tormenta eléctrica, por muy fuerte que fuera, soliera ser problema para la transmisión de la radio.

Así fue que decidió olvidarse de ella y reproducir su propio repertorio de música, sin percatarse de que Ferrer, a su lado, se disponía a dirigirse a él.


–Aquesta no ve, eh? –dijo Ferrer a Alonso.

–Esta no viene, ¿eh? –dijo Ferrer a Alonso.

–Ja veus, fa casi un quart d’hora que ha sonat el timbre.

–Ya ves, hace casi un cuarto de hora que ha sonado el timbre.

–Vaja, justament avui que anàvem a emprar els microscopis!

–Vaya, ¡justamente hoy que íbamos a usar los microscopios!

Alonso lo miró extrañado.

–Joan, t’estàs confonent. Avui no li toca al nostre grup anar-hi.

–Joan, te estás confundiendo. Hoy no le toca a nuestro grupo ir al laboratorio.

Ferrer llevó la mirada al techo, pensando durante unos instantes.

–Oh, és vera! Buf, llavors hem de fer teoria…

–¡Oh, es verdad! Buf, entonces tenemos que hacer teoría...

En ese momento, alguien golpeó la puerta del aula, llamando la atención de todo el que pudo oírlo.

La oscuridad se encargó de que nadie reconociera a la persona que había llegado al momento de abrirse la puerta. Aun así, gracias a la pequeña luz de emergencia que había sobre ella, no tardaron en comprobar que se trataba nada menos que de la desaparecida profesora de laboratorio.


–Ostres, tu, vaja hores! –se oyó decir a alguien.

–¡Ostras, tú, vaya horas! –se oyó decir a alguien.

–Em sap greu… Acab d’arribar. És que hi havia una caravana horrible per l’autopista, i he hagut d’anar molt lenta… creia que no hi arribaria!

–Me sabe mal... Acabo de llegar. Es que había una caravana horrible por la autopista, y he tenido que ir muy despacio... ¡creía que no llegaría!

Andrea Ruiz rozaba los treinta años. Hablaba con una voz exhausta, como de haber corrido escaleras arriba; y su pelo anaranjado, rizado salvo el flequillo y no muy largo, estaba tan empapado que daba la impresión de que viniera directamente de darse un baño.

–Pues ya se podría haber quedado en casa –comentó una voz indiscretamente.

La profesora de biología se acercó a recibir a la recién llegada.


–Bé… què? Has arribat tardíssim. Feim la pràctica o no? Ja casi no val la pena.

–Bueno... ¿qué? Has llegado tardísimo. ¿Hacemos la práctica o no? Ya casi no vale la pena.

–No sé… com tu ho vegis.

–No sé... como tú lo veas.

–Home... ja duim prou retard en el tema. Anau-hi, i feu el que podeu. Tot i que, sense llum…

–Hombre... ya llevamos suficiente retraso en el tema. Id, y haced lo que podáis. Aunque, sin luz...



Sin luz, poco después, media clase caminaba por los oscuros pasillos del instituto hacia el laboratorio de biología, dirigidos por Andrea. Cada poco, el destello de algún rayo los ayudaba a guiarse en su camino.

Ángel se llevó un buen golpe tropezando mientras bajaban por las escaleras. No fue gran cosa, aunque no pudo librarse de algunas burlas de sus compañeros, ni de la suya propia.

De esta forma, entre risas y bromas, el grupo siguió avanzando, acercándose tranquilamente a un destino fatal que cualquiera de ellos estaba lejos de poder siquiera concebir.
Capítulo 6: La caja de Pandora
Oculto:
Primer piso, laboratorio de biología; 9:15

Los trece alumnos del grupo entraron en el aula, y se fueron repartiendo por las mesas del laboratorio, según sus afinidades. Francisco, a quien sus compañeros llamaban Fran, se sentó en el extremo de una mesa, como presidiéndola. Era un chico tan alto que apenas le cabían las piernas debajo de ella. Alfredo, Marcos y otros del grupo de amigos no tardaron en rodearle.

–¿Esto qué es, tío? –soltó Marcos al ver el maletín que había sobre la mesa, cerca de donde se había sentado Fran–. ¿Por aquí vamos a ver los microbios?

Probablemente no decía en serio lo de ver microbios mediante una maleta.

–No, tío, aquí es donde se guardan la cachimba –bromeó Fran con uno de sus chistes más recursivos.

Al comentario le siguieron unas risas.

–A ver… –dijo Alfredo apoderándose del maletín.

Tenía dos solapas. Levantó ambas, y lo abrió lentamente, asomándose curioso por la abertura, como quien se cree a sí mismo a punto de realizar un gran descubrimiento.

Lo que finalmente encontraron dentro no se parecía a nada que hubieran visto antes. Había unos extraños frascos de vidrio cilíndricos llenos de un líquido de color intenso. Pero, casi más extraña que los frascos, era la pistola que los acompañaba.

–¡Dios, has encontrado un tesoro! –exclamó demasiado alto Fran al ver el contenido de la maleta; tanto, que su grito alertó a la profesora–. ¡Claro, tío, por aquí es por donde se meten el doping! –dijo apuntándose con un dedo al bíceps.

–¿Qué es esto? ¿Anabolizante? –discernió Alfredo sacando uno de los frascos.


–Ei, què feis?! –preguntó Andrea, al ver la multitud que se había reunido alrededor de la mesa–. Va, seis. Què és això?

–¡Eh, ¿qué hacéis?! –preguntó Andrea, al ver la multitud que se había reunido alrededor de la mesa–. Va, sentaos. ¿Qué es esto?

Alfredo se alejó hacia otra mesa llevándose el frasco en una mano. De espaldas a la profesora, lo inspeccionó durante unos segundos. En él había una inscripción… escrita con unos caracteres exóticos, quizás de alguna lengua del este de Europa.

–Alfredo! Què has agafat?

–¡Alfredo! ¿Qué has cogido?

–¿Yo? Nada –mintió dejando la sustancia sobre la mesa discretamente, evitando que la profesora pudiera verla.

Alfredo se alejó de la mesa donde había dejado el frasco, pretendiendo quedar impune de su delito; mas en su escape perdió durante un momento el equilibrio mientras caminaba, chocando con un armario.

–¿Qué haces, cabestro? –inquirió Fran.


–Sabeu que no podeu tocar res sense permís –dijo la profesora.

–Sabéis que no podéis tocar nada sin permiso –dijo la profesora.

En realidad, no tenía ni idea de qué era aquello. Nadie la había informado de su existencia. Lo más probable era que lo hubieran olvidado ahí en una práctica anterior con el otro profesor de laboratorio. Volvió a mirar el interior del maletín.

–Falta un! Qui el té? No el toqueu, que pot ser perillós!

–¡Falta uno! ¿Quién lo tiene? ¡No lo toquéis, que puede ser peligroso!

La profesora dirigió la vista a su alrededor, en busca del frasco perdido. No tenía un buen campo de visión, en parte por la cantidad de gente que había en el laboratorio y, por supuesto, también por la escasez de luz.

Un oportuno relámpago iluminó el aula. Gracias a él, la profesora vio dónde se situaba el frasco que faltaba; naranja, como los demás.


–Alícia! Em pots apropar aquell flascó, per favor? –rogó la profesora.

–¡Alicia! ¿Me puedes acercar aquel frasco, por favor? –rogó la profesora.

Alicia estaba sola de pie junto a la mesa en la que Alfredo acababa de dejar el frasco del misterioso líquido naranja, completamente ajena a la situación. Escuchó la petición de la profesora, y miró la mesa que esta le estaba señalando.

En efecto, ahí había un frasco.

Tras vacilar un instante, algo extrañada y confusa, se limitó a obedecer. Lo cogió y se dispuso a acercarse al lugar donde la profesora de biología la esperaba.


–Vés amb compte! Que el flascó no caigui…

–¡Ve con cuidado! Que el frasco no se caiga...

Casi no había terminado de pronunciar la frase, cuando un trueno inesperado y desviado por encima de la intensidad media sacudió despiadadamente sus tímpanos.

Fue quizás por el susto, o tal vez por un despiste o cualquier otra cosa, pero en ese momento Alicia tropezó, perdiendo el equilibrio.

La gravedad hizo el resto.

Alicia se precipitó en una larga y dolorosa caída. En ese lapso de tiempo, a la vez que el eco del rayo decaía exponencialmente, dos sonidos: fue el primero, producido por la frente de Alicia al golpear el borde de la mesa, el que estremeció a todos los presentes, dejando eclipsado el crujir del vidrio rompiéndose bajo el peso de la joven.

Y con ello y no más, la maldición quedó libre.

En la próxima entrega de Aquella fatídica mañana...
Oculto:
Capítulo 7: Nada es imposible. Recién declarada la situación de emergencia, empieza a brotar una angustia que pronto sumirá el instituto entero en el caos.

Durante generaciones recordarán este evento con el nombre de El Incidente de La Ribera.

Guía de personajes
Oculto:
(Lista actualizada hasta el capítulo 4.)


Personal del instituto

Conserje: 4
Director: 2, 4
Marco Zapata (profesor): 2
Profesor de guardia: 4
Profesor organizador de la visita al monasterio: 3
Profesora de ciencias sociales: 3*, 4*
Profesora de guardia: 2
Profesora indefinida: 4
Secretaria (llama a la puerta del director): 2
Sofia (profesora organizadora de la salida al monasterio): 3, 4


Alumnos de 3º C

Oliver: 4


Alumnos de 3º D

Alicia: 1, 3
Alonso: 3
Ángel: 2, 4
Diego: 4
Fernando: 3
Isaac: 2, 3, 4
Joan Ferrer: 2, 3
Marcos: 3
Marta: 3


Otros alumnos

Alberto: 4
Alumno de 4º curso: 4
David: 2
Matones: 1
'Sanjordinianos': 2, 3*


Otros

Guardaespaldas: 2, 4*
Hombre de negro: 2, 4


Nota: En los capítulos marcados con un asterisco (*), el personaje en cuestión no aparece personalmente, sino que es de alguna manera mencionado por otro personaje o por la voz narrativa.

Por favor, reportad cualquier posible bug o error en la lista.

Comentario de conclusión
Oculto:
Lamento decir que no he podido preparar para esta entrega la sorpresa de la que os hablé esta semana. La idea es subir en cada entrega, además del post convencional, un documento PDF con todo el relato hasta el último capítulo alcanzado en las publicaciones, para quien quiera probarlo. Y es que, no sé vosotros, pero yo prefiero leer en PDF que en el foro; además, en PDF lo tengo con un formato precioso, en fondo negro y texto blanco, lo que crea el ambiente perfecto. xD Luego ya se vería si os gusta así o no, porque preparar el PDF cada semana con las traducciones y los hiperenlaces supondría más trabajo para mí, que yo estaría encantado de hacer, pero no para que nadie lo esté usando, claro. xD
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