Requiem de una diosa.

Historias, Relatos, fanfics y todo tipo de composición escrita original de temática libre
Responder
Avatar de Usuario
Dyssidia
Contagiado 20%
Mensajes: 41
Registrado: 10 Nov 2012 21:45
Puntos de Vida: 10 de 10
Resident Evil Favorito: Resident Evil DS
Ubicación: Valhalla of course... :3
España 
Contactar:

Requiem de una diosa.

Mensaje por Dyssidia » 24 Nov 2012 20:20

Oculto:
Imagen
Título original: Requiem of the Goddess (RotG)
Autora: Sara "Dyssidia" Abelló.
Fecha de inicio:16 de Junio de 2012.
Escrito inicialmente en: reCenter.
Escrito actualmente en: Requiem of the Goddess Oficial Blogspot.

SINOPSIS
La guerra entre dioses griegos y nórdicos ha empezado. Ambos panteones están dispuestos a defenderse del enemigo, y para ello utilizarán su mejor arma. En el lado de los griegos Xayaa Eylsotera, una diosa sanguinaria sin sentimientos; por el lado de los nórdicos Dyssidia Kriger, una diosa guerrera nacida mortal.
La batalla empieza, y tú podrás elegir el destino de ambas diosas.


PRÓLOGO

La victoria está asegurada cuando tu enemigo caiga ante tus pies.
Los soldados son armas sin sentimientos, dispuestos a todo con tal de conseguir sus fines. No tienen opinión propia, solo destruyen sin importarles quién o quiénes serán perjudicados.
¿Quién coño me mando a mancharme las manos otra vez?


En el monte Olimpo, todos los dioses estaban reunidos en el templo de Zeus. Dentro estaba adornado con pilares de mármol, un suelo de piedra con símbolos griegos que ofrecían protección y estabilidad a cualquiera que entrara y en el centro fluía agua de una fuente de oro con estatuas de lobos aullando.

El rey de los dioses estaba en el trono al lado de Hera, su esposa. Tenía delante a sus hermanos Hades y Poseidón acompañados de Atenea, Artemisa, Ares y Apolo. Estaban reunidos por un problema con el panteón nórdico: el poder de los dioses y de los guerreros había aumentado de tal forma que si los atacaban serían capaces de destruir todo el Olimpo.

- Tenemos un problema. – Mencionó Zeus totalmente serio.

- ¿Has vuelto a ponerle los cuernos a Hera? –preguntó Apolo en tono burlón.

- No, imbécil. Esto es serio de verdad.

Todos se miraron entre ellos al ver que si no estaba para bromas, era realmente una situación alarmante.

- Los dioses nórdicos han adquirido un poder que nos supera, y debemos encontrar una forma de debilitarlos de nuevo.

- Yo podría enamorar a todas las valquirias, incluso las diosas nórdicas, con tal de que se revelen contra su panteón.- Propuso Apolo con aire de superioridad.

- Déjate de mariconadas –rezongó Ares con una mirada cínica en su rostro-. Lo que necesitan es una guerra sanguinaria, nuestro ejército es muy poderoso, y a los humanos les prometemos vida eterna si nos ayudan a vencer a esos salvajes.

Zeus miró como empezaron a discutir entre ellos con tal de encontrar un modo en que no requiriera trabajar con humanos y tampoco llevarlos a la muerte a ellos. Todos estaban hablando menos Atenea, que estaba tranquila acariciando a su búho que llevaba en su hombro derecho, como de costumbre.

- Mi hija Atenea, tienes alguna idea, ¿verdad?

Todos dejaron de discutir para clavar la mirada en la diosa más sabia de todos.

- Sí, tengo una idea. Pero es muy arriesgada y tendríamos que hacer un pacto con tal de que nos ayudara.

- ¿A quién te refieres con que nos ayudara?

La diosa miró a Apolo y a Artemisa, que se miraron extrañados.

- Necesitamos la ayuda de la Eylsotera.

Todos protestaron ante la idea de necesitar ayuda de esa diosa. Eylsotera era el apellido que se les otorgó a los dioses más poderosos de todos, y la única superviviente fue la primera que empezó su linaje. Después de siglos consiguieron extinguir a todo el linaje menos a la primera, prefiriendo arrebatar los suficientes poderes como para que Artemisa y Apolo pudieran controlarla. En esos momentos la utilizaban para reírse en guerras, donde aniquilaba sin compasión a los ejércitos romanos.

La diosa de la caza se cruzó de brazos negándose a semejante locura.

- Prefiero nadar en el mar Estigio a necesitar la ayuda de esa mujer.

Atenea no cambió su compostura y siguió hablando con tranquilidad.

- ¿Y si hablara yo con ella?

- ¿Estás loca? Es un monstruo, no atenderá a razones.

- Sí si le recompensamos con algo a cambio. En ese caso aceptará.

- ¿Qué le daremos si nos ayuda?

- Todos los poderes que le robasteis –antes de que se negara a decir algo, la interrumpió-, y que jure que no se vengará de ninguno de nosotros. Y que, además, deberá abandonar el Olimpo cuando termine con su misión.

Pese a las quejas, Zeus alzó la mano para que callaran.

- delante Atenea, ve a buscarla y díselo.

La diosa asintió y desapareció con un destello, Artemisa echando chispas por los ojos.

- Como nos traicione…

- No lo hará, y si lo intenta morirá bajo mis manos.


* * *


Atenea no tardó en encontrar a la diosa, que estaba en los bosques de Artemisa en el Olimpo, donde tenía que comer, dormir y sobrevivir ante los minotauros, los centauros y demás animales que para los humanos les supondría la muerte.

- ¿Qué quieres? -preguntó ella consciente de la presencia de la diosa Olímpica.

La diosa se encogió de hombros acercándose a la mujer. Vestía un traje de piel que la cubría entera, con una capucha que le tapaba su rostro. Siempre se mostraba misteriosa, y en pocas ocasiones se podían observar sus ojos. Desde debajo de sus ojos hasta el cuello se observaban dos líneas a ambos lados, que solo ella sabía por qué se hizo semejante marca.

- Necesitamos tu ayuda, Xayaa.

Soltó una carcajada en respuesta.

- ¿Ayuda de mí? ¿De qué se trata? ¿Otra aniquilación de romanos?

- No, esta vez es totalmente serio.

Ni siquiera se inmutó, siguió riéndose hasta que miro de reojo a la diosa y esta la miraba con total seriedad. Pero además, notaba el miedo que se reflejaban sus ojos azules.

- ¿Qué pasa?

- Necesitamos que elimines a una gran parte de nórdicos.

Xayaa la miró y se apoyó en un árbol, pensando con la cabeza agachada.

- No es una guerra que me incumba, ¿no?

- No, pero te sabremos recompensar.

- ¿Ah sí? ¿Y cómo?

- Hemos decidido devolverte tus poderes si a cambio juras no usarla contra nosotros. Y cuando termines tendrás que abandonar el Olimpo, pero serás libre y con todos tus poderes.

Eso la puso alerta. Estaba claro que algo no le gustaba. Tenían que ser muy poderosos ahora los nórdicos como para no solo pedirle ayuda a ella, sino para recompensarla de esa forma.

- Muy bien.

Atenea la miro sorprendida.

- ¿Aceptas?

- Siempre y cuando hagáis lo que me has dicho, sí. Yo respetaré vuestra parte del trato. Solo debo cargarme a unos cuantos dioses y a unos cuantos guerreros, ¿no?

La diosa asintió.

- También me gustaría que te encargaras de cierta persona del panteón.

- ¿De quién?

Atenea proyectó una imagen de la persona, haciendo que Xayaa mirara a la guerrera y se le formara un nudo en el estómago, pero que supo disimular bien.

- De acuerdo, yo me encargaré.


* * *


- Eh, te ves fantástica con la nueva armadura.

Dyssidia Kriger sonrió ante el comentario de Kira, sentada en el suelo con la espalda recostada en un pilar de piedra con gravados nórdicos de un tono azulado, que explicaban la historia del Ragnarõk y de lo que nos esperaba en cuanto llegara.

Después de años, la guerrera había sido recompensada con uno de los dones más difíciles de conseguir de todos: convertirse en una diosa guerrera, dotada de los poderes del trueno por dar lealtad siempre a Thor, y poseer una armadura más resistente que la vestimenta que llevaban las demás valquirias.

- Bueno, a mí me da igual la armadura, en realidad no esperaba nada a cambio.

Su amiga la lanzo una mirada pícara.

- ¿Cómo no ibas a recibir nada después de salvar a unos novatos de las garras de Loki? Y encima acabaste herida de gravedad y tu tan tranquila.

Dyssidia cruzó los brazos por detrás de la cabeza y cerró los ojos haciendo un puchero.

- No estaba herida de gravedad, solo fue un rasguño.

- ¿Un rasguño de entrada y salida?

Resopló en respuesta.

- Cambiando de tema, ¿has visto a los demás?

- No, deben estar entrenando. Yo al ser general ya no hago los entrenamientos rutinarios como ellos.

La diosa soltó un suspiro y continuaron charlando de temas sin mucha importancia mientras esperaban que terminaran los entrenamientos con tal de reunirse con sus compañeros.

Una vez se encaminaron donde los soldados descansaban, se cruzaron con Thor que iba con los guantes Jarngreipr y el cinturón Megingjord, pero no con su martillo Mjölnir.

- Dyssidia, requerimos tu presencia.

La diosa puso cara de fastidio.

- No he hecho nada.

Kira le propinó un codazo en el costado para que callara.

- Vale, vale, vámos.

La general observó cómo se dirigían a los aposentos de Odin, preocupada por si había ocurrido algo grave. Al ser una nueva diosa guerrera tenía que estar presente en algunas decisiones que tomaban, pero algo le decía que no se trataba de un tema en el que se utilizara la diplomacia.
Ambos dioses entraron a los aposentos del rey de los dioses, custodiada por dos gigantes de piedra que adquirían vida si alguien se acercaba con intenciones poco parlamentarias. Nada más entrar los demás dioses que estaban allí dejaron de hablar para mirarlos, haciendo sentir a Dyssidia algo incomoda. Con un leve movimiento de cabeza como saludo, se sentó en el trono de piedra con su nombre gravado en letras nórdicas de un color rojizo.

- Bien, ya estamos todos -inició Odin con una expresión preocupada en su rostro-. Os tengo que avisar de que uno de nuestros guerreros se ha enterado de que los dioses Olímpicos quieren destruirnos.

Los murmullos empezaron incapaces de comprender por qué atacarles cuando no les habían hecho nada.

Tyr, el dios del combate, se alzó para tomar la palabra.

- ¿Y por qué nos quieren atacar? Tienen a mejores panteones que les patearían el culo.

Dyssidia sintió un escalofrío con lo último que había dicho el dios.

- No sabemos por qué nos quieren atacar, nosotros hemos estado haciendo lo que hacemos siempre, solo que quizás nuestro poder a aumentado un poco.

Aumentado un poco...

- Creo que es por ese poder el que nos quieran atacar. -Inquirió Bragi, el dios de la sabiduría.

La diosa guerrera sintió otra vez el escalofrío y tenía la sensación de que alguien la observaba muy detenidamente. Paseó la mirada por todos los dioses y nadie la estaba mirando, cosa que la puso más nerviosa.

El dios de la amistad, Forseti, la miró y se preocupó.

- ¿Te ocurre algo diosa guerrera?

Todos miraron a la diosa novata, que tenía la mirada perdida intentando encontrar de dónde provenía esa mirada. No dejaba de preocuparse por esa mirada y Loki, el dios de la suerte que más que nada tenía una lengua viperina, le soltó:

- ¿A qué te estará observando esa diosa que va a por nosotros?

Todos miraron al dios, que siguió en sus trece.

- No me extraña, hasta una diosa se enamoraría de otra si es una belleza. Creo que es momento de que avises a nuestra queridísima diosa novata de la que le espera. –Terminó de decir lanzándole una mirada pícara al rey de los Dioses.

Odin soltó un suspiro derrotado y miró a la diosa.

- Dyssidia, tienes una misión. ¿Conoces el apellido Eylsotera?

Ella reaccionó y asintió con la cabeza.

- Era aquella diosa que fue la única superviviente del linaje Eylsotera, ¿no?

- Exacto. Sabemos que ella nos destruirá a todos. Para el panteón griego es su mejor arma, ya que es una guerrera sin contemplaciones y que solo vive para destruir.

- Pero les debe haber costado mucho convencerla de hacer esto –dijo convencido Bragi-. Recordad que fueron los dioses griegos los que terminaron con todo el linaje y a ella la convirtieron en una esclava de guerras.

Odin tosió para retomar el tema.

- Como ellos atacan con su mejor arma, nosotros haremos lo mismo –miró a la diosa con orgullo-. Sé que podrás derrotarla sin problemas.
Ella parpadeó.

- ¿Quién? ¿Yo?

- No, el gilipollas de Heimdall. –Respondió Loki con los brazos cruzados- ¿Quién va a ser?

- No creo que sea capaz…

- Si la diosa griega ya te está observando, será porque sabe que serás una buena rival para ella.

- No sé el porqué de que quiera pelear contra mí, pero hay guerreros mejores que yo.

Frigg, la esposa de Odin, la miró con cariño y se levantó del trono para acercarse a ella. Una vez delante de ella le colocó una mano en el hombro a modo de protección.

- Dyssidia, tú eres nuestro mejor guerrero de todo Yggdrasil. Los dioses griegos no quieren una tregua, así que esto es la guerra. No podemos lanzarnos todos con esa diosa en nuestra contra. Eres la única que podrá combatir con ella.

Thor miró de reojo a la diosa guerrera, que había bajado la cabeza un poco atemorizada.

- Eres la única nacida de los relámpagos. Eres mejor que yo en eso, y yo confió en ti.
Dyssidia miró a su maestro, que la miraba con orgullo en los ojos, arrancándole una sonrisa victoriosa.

- Protegeré mi panteón con mi vida.

El dios asintió con una sonrisa e invocó un colgante con un águila gravada.

- Eres libre como el águila y tienes una vista como ésta. Tu instinto te llevará hacia el mejor camino y tus poderes te conducirán a la victoria.

La diosa dejó que le colocara el colgante y no perdió tiempo, dirigiéndose hacia la salida de los aposentos de Odin preparada para luchar.

Xayaa sonrió maliciosamente recostada en una de las ramas de un enorme roble que había en los bosques de Brackenwood, consciente de que su rival había aceptado el duelo. Aún tenía gravada en la mente la mirada decidida que tenía por proteger a su panteón, ensanchándole su sonrisa mostrando sus colmillos.

Se relamió los labios con su mirada cínica.

- Estoy segura que nos divertiremos mucho… Dyssidia Kriger.

Dos diosas, dos panteones.
Una guerra entre ambas.
Un réquiem preparado para una de ellas.
Sus destinos están sellados…
Ahora tú tienes el poder de guiarlas hacia su destino.



Bueno chicos hasta el momento dejaré esto, si queréis seguir leyendo los demás capítulos están el Blogspot o los iré colgando si queréis ^-^
Última edición por Ele Alzerav el 25 Nov 2012 02:32, editado 1 vez en total.
Razón: Las imágenes de más e 800 px deben ir en spoiler. Redúcele un poco el tamaño si quieres que se vea directamente.

Avatar de Usuario
Raven Bellamy
Muerto
Mensajes: 267
Registrado: 22 Dic 2011 06:39
Puntos de Vida: 10 de 10
Resident Evil Favorito: Resident Evil 3 Nemesis
Ubicación: 221B Baker Street
México 

Re: Requiem de una diosa.

Mensaje por Raven Bellamy » 16 Dic 2012 07:44

DIOS!!! Acabo de leer tu fic y fue A-S-O-M-B-R-O-S-O así con todas las letras mayúsculas *-*
Exijo otro capítulo pero YA *O*O*O*O*O*O*O*O*O*O*O*
WAAAAAAA!!! No se ni que decir, salvo
QUIERO OTRO CAPITULO X3

=D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D> =D>
Imagen
"Una vez que se descarta lo imposible, lo que queda es la verdad por improbable que parezca".

Avatar de Usuario
Dyssidia
Contagiado 20%
Mensajes: 41
Registrado: 10 Nov 2012 21:45
Puntos de Vida: 10 de 10
Resident Evil Favorito: Resident Evil DS
Ubicación: Valhalla of course... :3
España 
Contactar:

Re: Requiem de una diosa.

Mensaje por Dyssidia » 27 Dic 2012 21:02

CAPITULO UNO - EL ENCUENTRO
Dyssidia se dirigió hacia Spisestue, el lugar donde todos los guerreros comían para reponer las fuerzas perdidas durante los entrenamientos. Estaba un tanto nerviosa por la misión encomendada, y eran unos nervios que debía esfumar si no quería terminar muerta en su enfrentamiento con esa diosa griega.

Suspiró resignada y fue en busca de alguien que le ayudara a despejar las ideas y, con un poco de suerte, la ayudaran a pensar en algo que la guiara en el combate.

Paseó la mirada hasta encontrar a sus amigas y se encaminó a su encuentro. Las miró un momento y al ver que Kira le hacia un movimiento en la cabeza, ella se sentó. Paseó la mirada hacia sus dos compañeras que la miraban algo preocupadas y les mostró una sonrisa tímida para no preocuparlas.
Kira llevaba su pelo pelirrojo recogido en dos coletas que caían a ambos lados de sus hombros. Su piel era la típica piel de los vikingos que en vida atemorizaban a los pequeños poblados del norte. Aun así, el respeto que ofrecía esa mujer fuerte y con carácter se desvanecían al ver sus profundos ojos castaños, que mostraban tranquilidad y cariño.

- ¿Al final cómo te ha ido?

- Tengo una misión y no sé cómo terminaré.

- Te doy cinco minutos de vida como no comas algo que te fortalezca.

La diosa miró de reojo por la respuesta a la llamada por todos Villkat, un apelativo cariñoso que significaba gata salvaje. Selene, una mujer menos musculada que Kira, pero en su caso la fuerza bruta no le servía mucho ya que era una de las curanderas de Valhalla. Una mujer de cabello negro con mechas azules y una piel tan blanca como la nieve. Sus ojos azules grisáceos le otorgaban cierto aire de peligro, algo que siempre quiso poseer pero que no pudo remediar por su carácter dulce y apacible.

Le pellizcó a su amiga de forma juguetona y apoyo su cabeza entre sus manos entrelazadas.

- La verdad, no tengo hambre.

Selene se levantó y volvió con una enorme jarra de cerveza.

- Que tu no quieras comer significa que la situación es bastante alarmante. Explícanos.

Dyssidia miró a su amiga y agarró la cerveza, mirándola algo angustiada.

Kira se impacientó tanto que le propinó un puñetazo en el costado.

-¡Eh!

- ¿Quieres soltarlo ya?

Suspiró con un poco de rabia y bebió toda la jarra de un trago. Tenía la suerte de que no se emborracharía, pero en ese momento lo necesitaba con tal de verse con fuerzas de explicarles y que le ayudara a soportar el peso de semejante responsabilidad.

- El panteón nórdico y griego están en guerra.

Todos los soldados callaron al escuchar las palabras de la diosa, que volvió a suspirar con una sonrisa torcida en su rostro.

- Los dioses griegos han mandado a la Eylsotera a que acabe con nosotros, y además ella va a por mí.

Selene colocó su mano sobre el hombro de la guerrera, que había empezado a temblar.

- He sido encomendada para acabar con la Eylsotera, y no me veo capaz de eso.

Kira la miró antes de cambiar su expresión a una más furiosa. Dio semejante golpe en la mesa que todos dieron unos pasos atrás por el arranque de furia.

- ¡Eso no es lo que te he enseñado!

Dyssidia la miró preocupada.

- Te enseñé a ser fuerte y a protegerte a ti misma de los ataques más peligrosos que podrás recibir en esta vida. ¿Ahora te preocupas por una diosa que solo vive del combate? Que sea una sanguinaria no significa que use la cabeza. Y que yo sepa, tu tienes una que piensa muy bien. ¿O me equivoco?

La diosa apartó la mirada.

- ¡Dyssidia!

La aludida giró la cabeza hacia los vikingos que la miraban enfadados por su cobarde reacción. Muchos de ellos tenían los puños cerrados como si quisieran pegarla para que entrara en sí.

- ¿Dónde está esa guerrera que peleaba contra Jõrmungandr? -Espetó un vikingo furioso.

- ¿Qué ha pasado con esa guerrera que nos protegía a todos sin preocuparse por fastidiarla? -Gritó una valquiria mirándola seriamente.

- ¿Esa es la esperanza que nos quieres dar? - Preguntó Kira que la miraba igual de seria que los demás.

Ella apretó los dientes y se levantó de la mesa, odiándose a sí misma por semejante acto de cobardía por su parte. Se mantuvo cabizbaja con las manos en la mesa totalmente en silencio y los demás la acompañaron en esos segundos de decisión para la diosa.

Dio un puñetazo en la mesa que la rompió de tal forma que todos la miraron con una sonrisa.
Se giró y miró a todos con una sonrisa maliciosa en los ojos y se apuntó a la cabeza con el dedo índice, un gesto que hacía la guerrera cuando iba a por todas y que la gente le encantaba mucho cuando lo hacia. Sus ojos rebosaban seguridad y confianza en sí misma.

Kira la giró y la miró unos segundos antes de darle un puñetazo en la cara.

Todos rieron de buena gana ante ese acto.

- ¿A qué viene eso?

- A que no debes dudar. Nunca.

La miró como si le faltara algo en la cabeza pero se levantó sonriendo y haciéndole un gesto vulgar con la mano que hizo que su antigua maestra le sonriera.

- Ahora a por todas. ¿Tienes algún plan?

- No puedo pelear sin saber nada de mi rival, voy a infiltrarme en el Olimpo para ver cómo pelea. Según dicen, vive en los bosques de Artemisa, con más animales peligrosos. Estoy segura que no vivirán en paz.

- Y entonces tu podrás ver algunos de los movimientos que utiliza para el combate. - Respondió Kira por ella.

- Exacto.

- Pues no pierdas tiempo y ve.

Al momento desapareció y dejó a todos los vikingos preocupados esta vez por ella.
Selene miró a Kira preocupada.

- ¿Estás segura que debemos dejarla sola?

- No me preocupa Dyssidia, sino la Eylsotera.

- ¿Por qué?

- Porque me parece que sé por qué quiere atacar a Dys.

- ¿Por qué? -Repitió más preocupada.

- Me parece que alguien la quiere muerta, y si no sabemos quién es, ella no se salvará ni matando a esa diosa griega.

* * *
En el monte Olimpo, la diosa guerrera estaba escondida en uno de los gigantescos pilares del templo de Afrodita, la diosa del amor. Como no notaba su presencia, decidió esperar a que viera con sus propios ojos a la que sería su rival. Se mantuvo atenta a cualquier movimiento y a cualquier presencia para no llegar a ser descubierta.

Dos dioses salieron del templo de Apolo, una mujer de pelo largo y pelirrojo que iba con un fino peplo que la cubrían lo mínimo, ya que se mostraban muchas de sus zonas desnudas a los ojos de cualquiera.

Esa debe de ser Artemisa.

Apolo era un apuesto hombre de cabello rubio y ondulado que le llegaba hasta los hombros, y solo le cubría una toga que dejaban a la vista unos músculos esculpidos. Ambos hermanos no se parecían en nada, la diferencia más clara era que Artemisa era virgen y no encontraba sentido al hecho de mantener relaciones carnales con nadie y Apolo a veces parecía no vivir sin eso.

Ambos conversaban un poco preocupados, y por desgracia estaba tan lejos que no escuchó nada. Se agazapó en un momento en que ambos miraron en su dirección como si hubieran adivinado su presencia. No tardaron en retomar la conversación y perderse entre los bosques.

Dyssidia suspiró de alivio pensándose que casi la descubrían. Gracias a la armadura que llevaba nadie debería detectar su presencia ni sus poderes, aunque en algunas ocasiones podría fallar y debía estar alerta igual.

Siguió observando como a veces paseaba algún ciervo por las extensas avenidas que habían entre templo y templo. Aunque no le gustara el panteón griego por tomarlos como salvajes, tenía que reconocer que le impresionaba todos y cada uno de los templos de cada dios.

Al cabo de un buen rato observó como una mujer con armadura y que caminaba con tranquilidad. Llevaba el pelo castaño recogido en una coleta y se podían apreciar unos ojos azules que no parecían ser reales. Un búho voló hasta el hombro derecho de esa mujer y le picó la cara como si le estuviera diciendo algo. La diosa sonrío y caminó tranquila entrando en el templo de Apolo.

¿Por qué va al templo de Apolo? Y por como iba vestida parece que es Atenea, y según sabemos entre Artemisa, Apolo y ella hay una gran rivalidad.

Meneó la cabeza para concentrarse en su misión. No tenía que preocuparse por pequeños contratiempos, aunque le seguía picando la curiosidad. Tal vez era algo con tal de cabrear a ambos dioses.

Si me sobra tiempo esperaré a ver qué ha hecho, pensó con una sonrisa maliciosa.

La espera la estaba desesperando a la diosa, que seguía agazapada detrás de aquella columna. El sol resplandecía de tal forma que por más quieta que se quedaba más calor pasaba, y lo que tenía que hacer era ser discreta, aunque no podía evitar abanicarse con la mano de vez en cuando.

-Como sigas así acabaras derretida, aunque la estampa sería interesante.

Dyssidia hizo un respingo al escuchar la voz femenina proveniente de su espalda. Giró lentamente la cabeza y se encontró con una figura encapuchada que estaba agazapada y mirándola curiosa. Del susto terminó con el culo en el suelo y preocupada por si la iba a delatar a los demás dioses.

La señaló asustada.

-¿Cuánto tiempo llevas mirándome?

-Pues bastante rato. Te vi y me agazape para saber qué era eso tan interesante que mirabas. Pero me parece que o has bebido mucho o lo que ves no es más que piedras y mármol.

La miró de arriba a abajo sin creerse que no haya podido notar su presencia. Por más concentrada que estuviera habría notado a alguien a su espalda... ¿Verdad?

Intentó encontrar sus ojos, pero esa capucha le impedían observarlos, solo pudo ver como por debajo de sus ojos caían dos líneas negras.

Hizo otro respingo cuando se dio cuenta de quién se trataba y, como si ella hubiera adivinado su pensamiento, cambió su sonrisa a una de más asesina y se levantó rápido para darle un puñetazo. Dyssidia pudo esquivarlo a duras penas y vio el agujero que había hecho en el suelo con su mano.
Xayaa la miró con su sonrisa cínica.

-Me alegro tanto de que por fin nos vayamos a enfrentar, diosa guerrera.

La aludida se levantó preparada para el combate. Sus brazos se rodearon de relámpagos y la miró esperando a que atacara.

La diosa griega soltó una carcajada.

-¿Crees que seré tan estúpida como para atacarte primero?

Al decir esas palabras desapareció, provocando a la guerrera que mirara hacia todos los lados esperando su ataque. No pudo adivinar que apareciera en su espalda y la agarrara del cuello con su musculoso brazo, tomó impulso y la lanzó hacia el templo de Artemisa.

Con dificultad se levantó y se puso una mano en la cabeza por el dolor que le había provocado ese choque. Miró como había quedado el templo, haciendo una mueca.

-No te preocupes, esa pelirroja lo reconstruirá sin problemas. La pregunta sera... ¿Tu te podrás reconstruir cuando te haga pedazos?

La diosa hizo aparecer una espada y la apuntó con ella.

-Vamos diosa guerrera, ahora no me dirás que no sabes hacer aparecer una mera espada.
Ella no respondió y se lanzó al ataque con puñetazos que Xayaa esquivaba con tranquilidad. En un movimiento erróneo de la nórdica le dio la oportunidad a que la espada la atacara, pero ella sonrió e hizo aparecer un escudo que la defendió del ataque. Apartó la espada de su contrincante y le devolvió el ataque con su escudo, dándole en toda la cara y tirándola al suelo.

-Sí que se hacer aparecer armas, pero digamos que no lo veo conveniente.

Xayaa se levantó riendo pese a haber recibido un buen golpe. Se podía distinguir una zona de su cara roja e incluso una parte de su labio cortado.

-Interesante. Esta claro que me vas a divertir mucho.

-¡¿Qué ha pasado aquí?!

Dyssidia pudo observar a lo lejos a Artemisa que parecía furiosa al ver su templo destrozado. Pese a que odiaba huir, estaba claro que era su única opción si no quería acabar muerta entre esas dos diosas.

-Venga, vete diosa guerrera. Ya continuaremos nuestro combate otro día.

Ella la miró desconfiando, pero tampoco le sorprendía viniendo de una mujer que ansiaba un combate. Si moría ahora en manos de Artemisa, perdería a su nuevo juguete.

Desapareció antes de que la diosa de la caza se acercara más y miró a Xayaa con furia.

-¿Qué has hecho?

Xayaa se encogió de hombros indiferente.

-Pensé que querrías cambiar tu templo, así que te he ayudado.

La pelirroja se enfadó e iba a darle un puñetazo, aunque el aviso de su hermano para que viniera la salvó en el momento justo.

Ella vio como se alejaba y lanzó una mirada al cielo con una sonrisa.

-Pronto te iré a buscar, diosa guerrera.

* * *
Dyssidia paró para descansar en Asgard, el lugar de Yggdrasil donde los dioses vivían. Le había explicado todo lo sucedido a Odin y éste la escuchó en silencio.
Cuando terminó él le sirvió una jarra de agua para que la relajara. Ella ni siquiera se acercó a beberla, se la tiró directamente a la cara.

-Solo con su sonrisa me ha aterrorizado. No he podido pelear como debería.

-No te preocupes. Ahora descansa y estarás unos días entrenando con Kira. Nosotros vigilaremos que esa diosa no se acerque. Ve a Valhalla y no te preocupes por nada. Selene te mirará porque me parece que algo te pasa.

-¿A qué te refieres?

-No estoy seguro, pero quiero que te mire Selene.

Levantó las manos aceptando la propuesta. Se levantó de la pequeña silla de madera y se transportó hacia Valhalla. Prefirió irse a dormir antes de que su amiga le estuviera revisando a conciencia para ver que no tenía nada. Sabía que era su función, pero le molestaba a veces que manoseara.
Nada más llegar a su morada, una pequeña habitación con una cama y un agujero en la pared que hacia de ventana.

Se acercó a la cama y se sintió demasiado cansada como para quitarse la armadura, se dejó caer y cerró los ojos.

¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento tan cansada?
Ni siquiera he podido pelear en condiciones, esa mujer llega a debilitarme sin ni siquiera tocarme.
¿Quién diablos es? ¿Por qué quiere matarme a mi?
Siento que me arde la mano, pero no sé cómo aliviarlo.
Solo necesito descansar...
Descansar para reponer fuerzas y después alzarme a la batalla...

Responder