soficlenstons19 escribió:Interesante, pero el james no es... Bueno no creo T.T, y no te culpo por el embotellamiento XD, me gusto el fic, espero seguir leyendo
Bay ;D
Si creías que era James Marcus pues no, no lo es xD
Ese tipo ni bien me cae xD Solo puse James porque ese nombre me gusta
Aquí esta el primer cap. , nada interesante, lo bueno viene en el segundo XD
Capitulo 1
Estaba sentada a la sombra de un árbol, a lo lejos se oía el barullo de los chicos del instituto, estaba tan concentrada leyendo que no vi acercarse a las "SlutsGirls" como me gustaba llamarlas. Esas chicas eran las más populares y también las mas zorras de toda la escuela, molestaban a toda la gente que no encajara en sus parámetros de personas "normales" que básicamente consistían en: "sino eres animadora, jugador del equipo de fútbol, tienes inteligencia y te gusta ser tu mismo no eres normal"
A mi la verdad me importaba más bien poco lo que pensaran de mi.
Yo solía ser la "chica vampiro" y la verdad es que llevan razón en eso. Mi piel es sumamente pálida, y mis colmillos de alguna manera son mas grandes y puntiagudos de lo normal, eso y contando mi forma de vestir me daban un aire vampírico pero claro que no soy un vampiro, aunque admito que aveces me gustaría ser uno.
Cindy, la líder de aquel grupito de pacotilla se acerco demasiado a mi, lista para comenzar con sus insultos.
-¿Qué haces aquí? Creí que estarías en el sótano de la escuela-se sacudió la cabellera rubia y sus súbditas, un par de chicas gemelas llamadas Andrea y Amanda, se rieron de forma idiota.
-Si, bueno lo que pasa es que el sótano lo uso para hacer mis rituales satánicos, no para tomar el desayuno- dije mientras cerraba mi libro- Por cierto, necesito un cabello tuyo para completar el ritual de esta noche ¿Me puedes dar uno?- me reí de forma macabra.
-Eres un fenómeno- dijo echándose hacia atrás y poniendo a Amanda y Andrea a manera de murallas.
-Es mejor ser fenómeno y no zorra-espeté riéndome.
-¡Insolente!- exclamó-¡Maldita gótica mal nacida!
Estaba preparando otro insulto cuando apareció un chico de cabello castaño claro, ojos azules, en pocas palabras, el chico por el que todas las chicas se morían (bueno, menos yo claro); era James Howard, el líder del equipo de fútbol y el novio de Cindy.
No conocía a James, ni me interesaba conocerlo. Suponía que al menos era un idiota como cualquiera, que solo andaba con la chica popular porque eso era lo que se esperaba de él. Y tenia mis razones para pensar en eso, porque Cindy lo engañaba y aveces ni siquiera le hacia caso.
-Hola, Cindy-el chico la rodeo por la cintura, pero esta se soltó de un empujón y espetó.
-¡Pero a buena hora llegas! ¡Esta loca satánica me esta molestando y tu quien sabe donde estabas!-se sacudió el cabello con mas energía y se cruzó de brazos.
James bajó la mirada hacia mi, yo ya había vuelto a mi libro, no me gustaba perder el tiempo con personas sin cerebro.
-Tu eres Elizabeth- no era una pregunta. Me sorprendió bastante que supiera mi nombre, pero decidí mantenerme indiferente.
-¡Vaya! ¿De verdad? No tenia ni idea- bajé el libro y le clavé la mirada.
-¿Lo vez? Es una insolente. Vámonos antes de que terminemos siendo tan raros como ella.
Cindy agarró por el brazo a su novio y se fue pisando fuerte seguida de sus súbditas. James se volvió a mirarme y me pareció que articulaba con los labios "lo siento"
Puse lo ojos en blanco y volví a mi libro.
El viento revolvió mi cabello y con eso regresé a la tierra. Cerré el libro y miré a mi alrededor, no había sido consiente de que ya no se oía ningún alboroto, ya no había nadie, el descanso había terminado y yo seguía aquí afuera muy campante. Lo más probable fuera que nadie se hubiese percatado de mi ausencia, porque sinceramente nadie se daba cuenta cuando estaba presente, pero aun así no me agradaba perder clases y menos literatura que era la que tenia en ese momento y mi materia favorita.
Me incorporé de un salto y cuando me disponía a caminar hacia la escuela, una voz me detuvo.
- ¿Disculpe, señorita sabe donde esta la calle Rivers?- aquella voz era profunda y suave como el terciopelo, me volví a mirar al dueño de aquella magnifica voz.
Ante mi estaba un hombre, era bastante alto, ya que a pesar de mi metro ochenta, era una cabeza mas alto que yo, su cabello rubio era corto y estaba perfectamente peinado hacia atrás, pero quizá lo mas llamativo era su vestimenta, traje negro e inclusive llevaba gafas de sol. A cualquier persona que lo viese le parecería raro, pero a mi me pareció incluso muy atractivo.
-¿La calle Rivers...? Em. Si, ya le digo en donde esta- eché un vistazo hacia la escuela y luego me acerqué un poco más hacia la valla que nos separaba. Era un completo extraño, pero por algún motivo me sentía cómoda en su presencia.
-Es muy amable de su parte- el hombre esbozó una media sonrisa, fue cuando me di cuenta del que debía ser su auto, un flamante Mercedes Benz negro.
Le explique lo mejor que pude como llegar a la calle Rivers, ya que en una cuidad tan grande como lo era Hannton City, era bastante común perderse.
-Ese es el mejor camino- finalicé
-Ya veo, en verdad le agradezco su ayuda, señorita...
-Elizabeth, ese es mi nombre- cada vez estaba más cerca de la valla y me pregunté si aquello era bueno.
-Un nombre muy hermoso, ahora si me disculpa debo irme, muchas gracias.- Dicho eso el hombre se subió a su auto y se perdió en la lejanía.
Haber llegado tarde a la clase de literatura había traído consecuencias muy graves. Me dirigía al trabajo, y mientras conducía seguía pensando en aquel misterioso hombre que me había preguntado sobre una calle.
Llegué al Silents Rocks, una cafetería en la que trabajaba; por un lado era bueno trabar ahí y por otro era un verdadero fastidio, ya que Cindy y sus secuaces solían frecuentar el lugar.
-¿Entonces tienes que hacer equipo con James?- Alejandra, mi gran amiga, sonrió de oreja a oreja y me dio un puñetazo amistoso en en brazo.
Yo de mi parte puse cara de pocos amigos y lancé un bufido.
-Yo no le veo nada de feliz.
-Anda, pero sino me decías que era el chico más popular de la escuela- Ale sirvió un capuchino y me lo tendió.
-Y con lo que me gusta ser popular-gruñí.
-Jajaja...Es broma, la verdad que mal esta eso, tendrás que aguantar al "chico lindo" - Alejandra puso los ojos en blanco.
Como siempre, Ale me sacó una sonrisa, ella era la única amiga que tenia, pero solo nos veíamos en el trabajo porque ella no iba a la misma escuela que yo, mas sin embargo siempre le contaba sobre todo lo que pasaba en mi colegio.
-Ya, mejor hay que ponernos a trabajar, porque si Martha ve que no estamos haciendo nada nos va a a dar su sermón.
-Hay que darnos prisa, si vuelve a darme su sermón moriré de aburrimiento- dijo dando un bostezo.
-Y que lo digas.
Las horas pasaron sin más, hasta que Ale entró con cara de pocos amigos y comenzó a preparar ensaladas con bastante odio.
-Ya llegaron esas tipas- frunció el ceño.
-Maldición, ¿esque enserio no pueden ir a otro lugar a comer?
-Nehh...Ya que, por cierto, hay otro tipo que acaba de llegar, porque no lo atiendes tu. Yo me encargo de ellas-Alejandra sonrió y me dio una palmadita en la espalda. Amigas como ella había pocas.
Cuando salí de la cocina, casi grito de la sorpresa. Ahí, sentado con un aire imponente y majestoso estaba el mismo hombre con quien había hablado en la escuela.
Me acerqué lentamente e intenté no sonar sorprendida.
-Buenas tardes, ¿le ofrezco algo de tomar?
El hombre alzó la cabeza y me sonrió levemente. Me pregunté por que llevaría las gafas de sol, pero no se lo pregunté porque eso era prácticamente meterme en algo que no me incumbía.
-Ahh...Pero que pequeño es el mundo, quien diría que nos volveríamos a ver.
-Lo mismo digo-dije mientras desviaba la mirada-¿Y si llegó a su destino o soy mala dando direcciones?-intenté sonreír sin mucho éxito.
-¡Que va! Eh llegado bastante bien, le estoy muy agradecido. Podría traerme un café americano, sin azúcar. Por favor.
-Enseguida-dije con más confianza. Pasé por un lado de Ale y le hice una seña para que me acompañara a la cocina.
Mientras tomaba una taza limpia y calentaba el café, Ale entró a la cocina, al menos se le veía un poco más contenta.
-Uhhh... Enserio que te admiro por tener que aguantarlas todo el tiempo en la escuela, son odiosas hasta la medula.
-Lo se, pero mira-agarré a Ale por el brazo y la arrastré hasta donde estaba una pequeña ventanilla por donde se recibían aveces las ordenes de comida.- ¿Ves al sujeto de allá?
-Si, como no verlo-se río y me dio un codazo en las costillas- Uuhh... No me digas que es tu novio.
-No digas tonterías-respondí dándole un codazo quizá un tanto fuerte-Ese tipo me preguntó por una dirección cuando estaba en la escuela.
-Mm... ¿Y eso tiene algo de malo?
-Si y no. Esque no se, se me hace algo conocido. Como si no fuese la primera vez que nos vemos.
-Ya veo, pero pues tu trátalo bien y no te muestres nerviosa, aveces esas cosas pasan y solo son sensaciones.
-Muy bien, tienes razón mejor actúo fríamente.
-Esa es mi amiga- Ale volvió afuera y yo me quedé unos instantes más en la cocina.
Caminé hasta donde estaba aquel hombre y me di cuenta de que estaba leyendo el periódico. En la primera plana, escrito a letras grandes y de color rojo se podía leer
"HANNTON CITY: UNA OLA DE ASESINATOS SIN FIN "
Acompañado por ese encabezado, estaba un collage con fotografías de personas que habían muerto últimamente de una manera verdaderamente espantosa.
-Aquí está el café- anuncié, el hombre hizo a un lado el periódico y deposité la taza con el café en la mesa- Si necesita algo no dude en llamarme- dicho esto di media vuelta y me dispuse a irme.
-Que cosas tan horribles han pasado ¿No?- el hombre levantó el periódico señalando con su mano enguantada la primera página.
-Y que lo diga, últimamente han pasado cosas horribles en la ciudad, y la cosa no mejora.- di un gran suspiro.- Según la policía esta muy pendiente del caso, pero como veo las cosas, parece que no hacen muy bien su trabajo.
-Umh... ¿Y qué es lo que pasa exactamente?-la voz del hombre no parecía estar cargada de curiosidad, de hecho se oía un tanto indiferente.
-Quisiera contarle, pero debo trabajar. Si la dueña se da cuenta que no estoy trabajando me descontará el día y me hará trabajar horas extras.
-No habrá problema con eso, yo personalmente hablaré con la dueña. ¿Por qué no se sienta y charlamos?
Dudé, no sabia si eso era correcto o no, pero de igual manera, no me sentía capaz de decirle que no.
Tomé asiento y comencé a contarle todo lo que sabia sobre lo que sucedía en la ciudad. Los extraños asesinatos, personas que habían sido atacadas por indigentes, que se decía que los habían mordido. Los cuerpos de personas encontrados en las zonas bajas de la ciudad, irreconocibles por la gran cantidad de mutilaciones que presentaban.
Cuando terminé mi relato, permanecimos un rato en silencio.
-¿Y aun no han podido hacer nada?- preguntó él.
-Me temo que no, para mi que hay gato encerrado, pero quien sabe- en eso el sonido que anunciaba que tenia un nuevo mensaje de texto inundó la ahora callada y vacía cafetería, Cindy y sus secuaces se habían ido, y ya casi no quedaba nadie.
Saqué mi teléfono y miré el mensaje, era de mi papá, decía
"Lizzie, quédate donde estas, no te vayas a ir. Yo iré por ti... Esperame... No hables con nadie."
Fruncí el ceño y cerré el teléfono, mi padre nunca me recogía en el trabajo, y mucho menos sus textos sonaban tan desesperados. Aquello no me gustó nada.
-Hemos hablado mucho en poco tiempo, y no se como se llama-inquirí mirando atentamente hacia la puerta de entrada. Seguía pensando en el mensaje y la verdad no supe si lo que había preguntado era coherente.
-Tienes razón, mi nombre es Albert. No te molestará que te hable de tu ¿Verdad?
-No. Es mejor así.
-Bien-continuó-¿Me podrías traer otra taza de café?
-Claro que si, ahora vuelvo.- me incorporé de la silla, y me fui a la cocina. Alejandra estaba ahí sentada en un banquito comiendo unas galletinas.
-Puf...Que día. ¿Oye, estas bien?-mi amiga me miró con cierta preocupación y me tomó de la mano.
-Si, es solo que estoy algo cansada, mi papá vendrá por mi, ¿te vas conmigo o te irás sola?
-Me voy contigo, como están las cosas en esta ciudad no quiero irme sola.
Me limité a asentir y fui a llenar la taza con café. Al salir de la cocina me llevé una gran sorpresa.
Albert ya no estaba, me acerqué a la mesa y vi ahí un billete de cien dólares, mas de lo que era por una taza de café, pero lo que mas me llamó la atención fue una rosa roja que estaba al lado del billete. Tomé aquella flor y me rasqué la cabeza intentado entender todo aquello, una voz tras de mi hizo que brincara del susto.
-¡Lizzie! ¿Estas bien, hija?- me di la vuelta y ahí estaba mi padre, estaba bastante pálido y parecía estar muy nervioso. Me abrazó por los hombros y me dio un beso en la frente.
-Estoy bien, papá. ¿Ha pasado algo?-por la expresión de su rostro, esa era la pregunta que no quería que le hiciera.
-Todo bien, cariño.- aunque por su tono de voz parecía lo contrario- Anda, será mejor que hablemos en casa, vamonos.
-Espera, Alejandra viene con nosotros.
-Pues que se de prisa-eso me sorprendió, mi padre no era tan desesperado.
Alejandra salió y nos fuimos, yo seguía sosteniendo la rosa, preguntándome que era lo que estaba pasando.
Cuando llegamos a casa de Ale y esta se fue, decidí preguntar a que se debía todo ese teatro.
-Papá, enserio, si pasa algo dime, no me gusta verte así.
-Lizzie, hay cosas que son mejor no saber, pero desde ahora en adelante no andarás sola, eh contratado a un par de hombres de confianza que cuidarán de ti todo el tiempo, y no quiero que te alejes de ellos bajo ningún motivo.- me miró casi de forma suplicante.
-¿Pero por qué? Necesito una explicación-puse mi mano sobre la de mi padre.
-Solo prométeme que no te alejaras de tus guardaespaldas, no puedo darte una explicación en este momento, te pido que confíes en mi. Por favor.
Era algo definitivo, a mi padre le pasaba algo y no quería contarme. Pensé en ponerme en plan pesado, ya que eso de andar todo el día con "niñeras" no me agradaba en nada, pero decidí ser tolerante.
-Muy bien, lo haré, confiaré en ti- No podía dejar de pensar en que quizá toda esa paranoia tenia que ver con Albert, el hombre que acababa de conocer.
¿Era eso posible? ¿Esa extraña sensación de que lo conocía...?
Contemplé la rosa y fruncí el ceño, algo verdaderamente malo estaba pasando, y algo me decía que estaba relacionado con esos asesinatos que habían estado ocurriendo desde hacia poco mas de un mes.
Pero... ¿Qué tenia yo que ver en todo este asunto?