Hey chicos, aquí os traigo un nuevo capítulo, pero es la versión de fanfiction.net ya que en este caso no he podido transformarlo, proque si no me comía partes importantes de la historia, así que aquí os lo dejo:
Capítulo 4: Cuando la oscuridad se apodera de mí
-Proyecto P… Activado-dijo una vocecita en la cabeza de Roxan.
Ella comenzó a andar, sin tener claro a dónde ir, sin rumbo y con la vista perdida. Se chocó con un par de personas en el camino, hasta llegar al aparcamiento.
Notó como alguien andaba detrás de ella, le seguían. No se giró a ver quién era, porque en esos instantes no controlaba sus acciones.
De repente, cayó de rodillas al suelo mientras gemía de dolor. Su cabeza le daba vueltas, y su visión se nubló. Todo era naranja para ella, distorsión y dolor. No pudo reprimir varios gritos de dolor, y consiguió distinguir una risa chillona femenina.
Por otro lado, un hombre también reía, pero con más maldad. Era un sonido grave y ronco, que acabó en tos.
La mujer comenzó a girar alrededor de ella, que todavía estaba en el suelo, casi sin respiración. Le pasó el dedo índice por los hombros, haciendo círculos. Roxan consiguió girar la cabeza, y distinguió a una mujer joven de unos veintiséis años, de pelo rojo y lacio hasta los hombros. Llevaba un traje de franela gris, un jersey azul y unas botas sin tacón marrones.
-Vaya, no pareces estar muy bien…. Pheseans- le dijo ella sin dejar de reír.
-Muy cierto, querida. Pheseans no parece estable… ¿Qué hacemos, Cassandra?- preguntó el hombre mirando a la pelirroja.
-Juguemos, ¿qué te parece amiga mía?- preguntó cogiéndole con fuerza del pelo.- Hace tiempo que no jugamos juntas…. ¿Te acuerdas?
-Ca-cassandra…- logró musitar Roxan.
Se oyeron de fondo unos pasos apresurados, pesados y rápidos. Albert Wesker iba tras ella, no pensaba permitir que una mujer le humillara de aquella forma.
Cuando alcanzó a ver a Roxan, vio como una mujer le agredía y cómo ella estaba arrodillada en el suelo. "¿Qué está pasando?", se preguntó el rubio. Logró distinguir a uno de los soldados más temidos de toda la élite de Umbrella, Arnold Reynald. Era un hombre sanguinario, calculador y orgulloso, gran bebedor y fumador. Había tenido un par de roces con él, incluso una vez estuvieron a punto de liarse a puñetazos. Cuando oyó la voz de la mujer, al instante la reconoció: Cassandra Nelson, una de las lacayas de Umbrella. Antes era científica, pero era una negada total. Tampoco servía para soldado, porque no sabía ni cómo sujetar un arma.
Una de las pocas cosas que sabía de ella, era que, fue y sigue siendo la "diversión" de Reynald. "¿Qué hacen ellos aquí? ¿Qué le hacen a Jones?"
Wesker salió de detrás de la columna, y con voz alta y clara, se lo preguntó.
-Oh… Albert Wesker. ¿Cómo está tu amiguito, Birkin?-le preguntó ella en tono burlón.
-Vaya, si es la muñequita hinchable de Reynald…- le respondió Wesker acercándose a Cassandra.
-¡Maldito cabrón!- Reynald se dirigió con el puño alzado hacia Wesker, a punto de pegarle un puñetazo.
Albert no tuvo que hacer mucho para reducirlo. Cuando el puño de Arnold estuvo a punto de entrar en contacto con la nariz de él, le retorció la mano y le rompió la muñeca, lo tiró al suelo y siguió avanzando hacia Cassandra. Reynald maldijo de mil formas diferentes a Wesker mientras se retorcía de dolor en el suelo.
Cassandra erguió la cabeza, adoptando una postura desafiante. Colocó sus manos tras su espalda, y sacó una jeringuilla de su chaqueta. Wesker observó atento sus movimientos, frunció las cejas y retomó la marcha.
Ella alzó la aguja, y sin contemplación alguna, la clavó en el cuello de Roxan. Cassandra echó a correr y se subió a una furgoneta con el logo de Umbrella, dejando a Reynald tirado.
Wesker se dirigió hacia Roxan, que había caído fulminada al suelo. Desde arriba, contempló cómo comenzaba a tener espasmos bastante violentos. Apretó las mandíbulas y observó cómo ella se retorcía de dolor en el suelo. Cuando se giró para marcharse, ella le agarró del pantalón y logró articular una sola frase:
-Umbrella…. Y tú…. Os consumiréis por las llamas…. Lo juro…
Cerró los ojos y se desmayó, sin fuerzas. Hacía ya rato que Arnold no decía absolutamente nada. Sólo intentaba que ese dolor desapareciera. Wesker se soltó con brusquedad del agarre de la chica, y echó a andar sin meditar en lo que ella acababa de decirle. Era claramente una amenaza.
Al rato, Rebecca fue unto con Joseph al parking para marcharse. Pero en el camino encontraron a ambos tirados en el suelo. A Rebecca un poco más y le da un infarto, y Joseph sólo ponía cara de extrañado.
Llamaron corriendo a una ambulancia. Diez minutos más tarde, ahí estaban.
Jueves- Hospital General de Raccon City 20: 00 PM
Reynald estaba todavía encamado. Era una fractura de muñeca, sin lugar a dudas, pero el hospital y la policía quisieron dejarle allí un tiempo más. Compartía habitación con Roxan, que estaba conectada a numerosas máquinas que le mantenían con vida. Ambos llevaban el típico atuendo de hospital, que por desgracia iba abierto por detrás.
Arnold miró un instante a la chica, cuya belleza todavía le sorprendía. Aún recordaba cuando era niña, y era bastante hermosa, pero con el tiempo había cambiado mucho. Aunque todavía tenía ese aspecto de niña buena cuando dormía. Reynald sonrió y siguió contemplando a Roxan.
-Sabes, Pheseans, no sé por qué quisiste usar el nombre de Roxan. Pheseans me gusta más, la verdad-le dijo él con una pequeña sonrisa.- Eras prometedora, y sigues siéndolo. Es una pena que tu padre no quisiera sacar lo mejor de ti a relucir.
Ella no movió ni un solo dedo, ni siquiera se notó su respiración, baja y lenta.
-No te enfades con Cassandra. Sabes, tú siempre me pareciste muchísimo más guapa que ella: más lista y fuerte. Eras y sigues siendo perfecta. Pero siempre me has rechazado… Y como Cassandra siempre estuvo dispuesta, no perdí la oportunidad.
De repente, Roxan hizo un claro gesto de asco.
-Vaya, y yo que creía que estabas hecha un vegetal. Me alegra saber que me equivocaba.
-Vete… Al infierno, Reynald…-le murmuró ella sin abrir los ojos. Al principio a él le costó entenderlo, pero al final consiguió captarlo.
Roxan, en realidad llamada Pheseans, giró la cabeza y se dio la vuelta. Arnold observó el poco trozo de su espalda que conseguía ver gracias al camisón, también se dio la vuelta y apoyó su cabeza en una de sus manos. El codo lo tenía apoyado en la almohada, que se hundió hasta formar un enorme hueco.
-Deja de mirarme así, Reynald- le dijo ella con tono amenazador mientras se acurrucaba entre las sábanas.- Dime, ¿qué es lo que buscas?
-¿Yo? Sabes que lo único que hago es cumplir órdenes, Phesy- le contestó él relamiéndose el labio superior.
-No te creas que no te veo. Sabes, ¿te he dicho alguna vez que te pareces un montón a T-Bag, de Prison Break?
-¡Serás granuja! ¿Por qué siempre has tenido ese afán por compararme con personas de series?
-No te ofendas, pero es que con esos asquerosos gestos que haces… Y más ahora que tienes una mano atrofiada- le respondió ella sonriendo.
-Tienes suerte de que no sepa quién es…
-Aunque, por otra parte, te pareces mucho a Abruzzi.
-¡Cómo que a Abruzzi pedazo cabrona!- gritó él cabreado.
Ella se tapó la cabeza con su almohada e intentó descansar. Reynald dejó de gritarle insultos y decidió hacer lo mismo, con un solo pensamiento en su cabeza: ¿el cuerpo de ella rechazaría el virus, o el esfuerzo de Drake y Nathan se verían recompensados?
Sabía que, si algo salía mal, si a ella le hacían daño o le capturaban, aquí quién pagaría sería él. Rezó en silencio por que los quince años que empleó Umbrella en el Proyecto P se vieran recompensados.
Al día siguiente-22:00
Rebecca y Enrico se decidieron a visitar a la que dentro de poco sería parte de su equipo. Enrico siempre estaba dispuesto a que le llegaran nuevos miembros y a enseñarles para que fueran de los mejores. Una de las principales cosas que lo caracterizaban eran su simpatía y alegría ante toda persona y todo cambio, algo que su compañero Wesker y él no compartían. Aún recordaba la primera impresión que tuvo Wesker ante la chica, y su repentino cambio de opinión:
"-¿Por qué me tiene qué me tocar a mí esa chica en mi equipo?-replicó Albert Wesker haciendo especial énfasis en el "mi".
-Porque Capitán Wesker, como comprenderá, a Enrico ya le hemos endosado a Rebecca Chambers-le explicó Brian Irons desde su silla de oficina.- Y no creo que uno más le vaya a hacer daño.
-¿Acaso usted sabe lo que es tener que aguantar al equipo Alpha? ¡Con los que tenía eran más que suficientes!-le contestó Wesker con un notable cabreo.- ¡No quiero más cargas, y a Umbrella no le gustará que tenga a uno más al que eliminar!
-¿Qué va a hacer ella? Por Dios, Capitán Wesker, no estorbará.
-Eso espero. Y… como sea lo contrario, se puede ir despidiendo de su vida- amenazó Wesker saliendo de la oficina de Irons.
En el camino de vuelta a su oficina, se topó con Enrico, que llevaba un café en mano.
-¿Cómo te va con la nueva?- le preguntó con un clara alegría.
-¿Qué cómo me va? Pues, se duerme cada dos por tres, tarda un milenio en hacer todo y no para de buscarse problemas con Valentine. ¿Te contesta eso a tu pregunta, Marino?
-Es Marini, Wesker. Me parece increíble que todavía no te hayas aprendido mi apellido.
Albert echó a andar y se encerró en su oficina dando un enorme portazo. Enrico suspiró y retomó la lectura del Raccon News."
Poco más tarde de esa conversación, él mismo dijo que era la única normalita del equipo, y que se sentía orgulloso de ello. ¿Era eso un piropo, una rectificación por parte de él o un pronto? Enrico todavía no se fiaba mucho de Wesker. Nada más conocerlo supo que no se iban a llevar especialmente bien, pero tampoco quiso intentar que Wesker sintiera simpatía hacia él.
Rebecca y Enrico entraron, abriendo la puerta lentamente. En la habitación solo estaba Roxan, que estaba leyendo un libro. Rebecca observó el nombre de lo que ella leía, y al instante reconoció uno de los libros de cuántica física y biología más difíciles, que ni siquiera ella logró entender. El único que le quedó, de todas las asignaturas de la universidad.
-No sabía que te gustaran ese tipo de cosas- comentó Rebecca sentándose en uno de los bordes de la cama. Le dedicó una de sus sonrisas cálidas y de niña buena que tenía, y Roxan cerró el libro con una impresionante rapidez y lo colocó en la mesita.
Enrico observó pasmado a Roxan, y se acercó un poco más a ella. Sólo la conocía de haberla visto una vez en la última reunión que hubo, aunque él sólo actuó de forma indirecta en la broma. Él sólo aceptó la idea propuesta por Jill y Wesker, que casi no tenía ni idea en qué consistía. Creía que era un cojín de pedorretas, un dedo de mentira en la comida… Pero no esa humillación que e hicieron a la pobre chica.
-Hola Rebecca-saludó ella secamente.-Hola, Capitán Enrico.
-Hola Roxan. Me alegra saber que quieras unirte al equipo Bravo… Te aseguro que no ocurrirá más lo sucedido con el Capitán Wesker y con los de tu equipo. Lo juro.-Le dijo Marini en un intento de que se sintiera mejor.
-Lo sé. Por algo decidí cambiarme al tuyo. ¿No es de lógica?-le espetó ella con una amplia sonrisa.
-Dime, ¿qué te ocurrió?-preguntó Rebecca curiosa.
De repente, Enrico y Rebecca vieron un brillo inexplicable en los ojos de ella. Sonrió de lado, era una sonrisa sensual y con cierto toque de malicia.
-Tranquilos… Estoy… Mejor que nunca-les respondió con ese brillo rojo en los ojos.
Rebecca frunció el ceño, y miró a Enrico con un atisbo de confusión y pánico. Jamás había visto semejante cosa. Ese brillo se transformó, en un color compacto en los ojos de ella. Tenía una mirada felina, y sus ojos ya no eran verdes, sino naranja y rojos. Enrico fue a llamar corriendo a una enfermera, pero Roxan le cogió del brazo con una fuerza sobrehumana y le dijo que no lo hiciera. Enrico, titubeante, le miró presa del pánico.
-¿Qué… te está ocurriendo?-le preguntó Rebecca levantándose de la cama.
-¡Roxan, déjame llamar a una enfermera…! ¿¡No has visto tus ojos!- le rogó Marini con gran preocupación.
-No conozco a ninguna Roxan… Mi nombre es Pheseans. Pheseans Philips Rex, y no Roxan Jones-les reveló ella sin dejar atrás su malévola sonrisa.
Enrico y Rebecca se miraron de nuevo, y Marini notó que Rebecca estaba totalmente atemorizada. Le dijo que le esperase afuera, y así lo hizo.
-Creo que tienes fiebre…-comentó él tocándole la frente.
-¿Fiebre? Lo dudo mucho, Enrico-le respondió ella con gran tranquilidad.
Enrico cogió un termómetro que había incorporado a una de las máquinas, se lo puso a ella y miró la pantalla donde se reflejaba la temperatura.
-37… 38… 39… ¿¡Y subiendo! ¡Pero cómo es posible esto!
Ella soltó una carcajada de película de terror, peor que la de cualquier villano del mundo. Enrico trastabilló al retroceder, e instantes más tarde, se despertó en la oficina sobresaltado. ¿Había sido un sueño?, se preguntó Enrico. Había sido tan real… Se masajeó las sienes, y de repente le llegó un olor bastante familiar. A puras rosas… Y según Wesker, la única persona en el mundo con ese inconfundible olor natural era ella.
-¿Estás loca?-le preguntó Reynald saliendo de su escondite de detrás de la puerta del baño.
-Sólo… Digo la verdad-le respondió Pheseans.
-Ya… ¿Tú sabes en el lío en el que no hemos estado a punto de meter? Tienes suerte de que tenga contactos en el hospital y de que hayan conseguido llevarse a Enrico, ¡y sedado!-le reprochó él.
-Sabes… Me gusta mi nuevo poder…
-Y sí, ya sé, ahora serás la heroína de la oficina, usaras tus poderes para el bien y bla bla…
-¿Quién ha dicho que sea… una chica buena?-le respondió ella sentándose en el borde de su cama.
-Vaya… no me lo esperaba, la verdad.
-Voy a ser una chica muy, muy mala…-le dijo ella cruzándose de piernas y soltando otra vez esa carcajada maligna.
Reynald sonrió de lado y se volvió a meter en su cama, y tuvo una preocupación menos: el Proyecto P estaba surgiendo efecto. Y parece que ella estaba dispuesta a colaborar con Umbrella… ¿Con que una chica mala, eh? No sé si le hará mucha gracia a Cassandra el que vaya a tener que convivir con ella, se dijo el militar intentando dormirse.
Un par de días más tarde, le dieron el alta a ambos, solo que Pheseans no volvió a ver a Reynald. No recordaba exactamente lo ocurrido los últimos días, estaba hecha un manojo de nervios y se le notaba a un kilómetro de distancia. En el camino a su casa, al meter la mano en el bolso en busca de algo que le recordase algo de lo ocurrido encontró una nota y una caja. La leyó con atención:
Nada de montar numeritos, y menos de poner a prueba tus capacidades. Todavía tengo que enseñarte un par de cosas, y además me han encargado que sea tu "niñera", por así llamarlo. Toma esto, cada vez que me necesites sólo aprieta el botón y ahí estaré. También toma este móvil, así nos mantendremos en contacto. Y recuerda, las gafas de sol siempre presentes. Todavía estamos buscando la forma de que no se noten tanto el color y la forma de tus ojos, ¿vale?.
No tenía ni idea a lo que se refería, y se estaba comenzando a preocupar. Dentro de la caja había una especie de llave de coche, sólo que en realidad era un mecanismo para llamar a Reynald en caso de necesidad, unas gafas de sol bastante modernas y un móvil.
Se fue directa a su casa, andando, y nada más llegar se dio cuenta de que había un pequeño paquete envuelto cuidadosamente en papel de regalo en la puerta. Lo cogió, y percibió un olor a perfume de rosas, como el de ella. La caja se movía, poco, pero se agitaba. La abrió con lentitud y se sorprendió al ver a un cachorro de Pastor Alemán. Podría caber perfectamente en las dos palmas de sus manos. Meneaba el rabo lleno de alegría de conocer a su nueva dueña, y ella se fijó en que el perro tenía un lazo colocado en el cuello, junto con una tarjetita.
"Ahora es pequeño, pero cuando crezca, será tu única compañía y tu protector. De las dos personas que más te quieren en este mundo."
-¿Las dos personas que más me quieren en este mundo? –Roxan frunció el ceño, y después arrugó la tarjeta y la tiró a una papelera cercana. –Tal vez sea una bromita pesada, pero, ¿qué hago con el perro?
Le miró durante unos instantes y decidió quedárselo. Al fin y al cabo, se lo habían regalado a ella, ¿no?
Lo cogió y lo acarició con ternura, abrió la puerta de casa y se metió con el cachorro en ella. Se fijó que en su dormitorio, en la antes esquina solitaria, había un cojín para perro.
-Vale, esto ya comienza a ser MUY extraño…-comentó ella en voz alta mirando fijamente a la cesta.
Se miró un momento en el espejo que había delante de ella, y observó con detenimiento sus ojos verdes esmeraldas. Fijó de nuevo su vista en el perro.
Puso los brazos en jarras y desvió su mirada hasta el cachorro, que estaba sentado justo a su izquierda. Ella sonrió y se giró hacia él.
-Qué, ¿no te animas a probarla?-le incitó ella apuntando con la cabeza hacia el cesto.
El perro sólo dejó de mover la cola y le miró. Ella pudo adivinar el miedo que sentía el perro por lo nuevo, y le comprendió. A ella jamás le hicieron mucha ilusión los cambios, pero intentaba mantenerse alejada de alejada de ellos.
-Hala, ahora que me doy cuenta, no te he puesto nombre…-adoptó una postura pensativa y recapacitó en un nombre que le gustaría ponerle:- ¡Ya está! ¡Blade! ¿Te gusta tu nombre, Blade?
El perro demostró claros signos de estar conforme y se acercó al cesto. Roxan se fue a la cocina y sacó una botella de agua de la nevera y comenzó a beber.
E hizo algo que jamás pudo lograr, tanto por su poco aguante como por las malas experiencias, beberse una botella de litro del tirón. ¡Menuda sed tenía! Espero que no repercuta mucho en la vejiga…, se dijo ella.
Recordó que el médico le había anotado algunas instrucciones, que sacó y leyó:
"Bien. Tiene una salud de hierro, admirable desde luego. Cuando la trajeron inconsciente, la verdad, creí que no sobreviviría. El pulso era casi nulo… Pero me alegra saber que sobrevivió. El señor Reynald, su compañero de habitación, me pidió expresamente que le hiciera todo tipo de pruebas por si acaso. Y así lo hice. Lo primero, es decirle lo que le ocurrió: supuestamente, estuvo muerta durante tres horas, pero por milagro consiguió volver a respirar. Todavía no me lo explico, y tampoco ninguno de mis compañeros.
También debo avisarle de que sus ojos son muy sensibles a la luz ahora mismo, y que es recomendable que lleve gafas de sol.
Le recomiendo que coma mucho nada más llegar a casa, ya que lleva casi una sema sin probar bocado."
Roxan dejó caer el papel de sus manos, con los ojos como platos y totalmente aterrorizada.
-Mu…erta….-musitó, con sus largas piernas temblando de puro terror y asombro.-Estuve muerta durante tres malditas horas…
No daba crédito a lo que había leído. Estar inconsciente, vale, pero muerta… Es algo realmente extraño y perturbador.
Se quedó un rato allí pensando en aquello, buscando motivos razonables para que hubiera sucedido algo semejante. No terminaba de creérselo.
Blade noto la intranquilidad y el nerviosismo de ella, y tras un largo rato mirándola con sus ojillos negros, se acercó a ella y se sentó a sus pies. Él se quedó dormido ahí, mientras ella seguía con la mirada perdida.
Los últimos rayos de sol incidieron a través de las oscuras cortinas, y dieron paso a la oscuridad.
Roxan se espabiló y miró el reloj, las doce menos un minuto de la noche. Se oyó un clic y el reloj pasó a marcar las doce de la noche en punto.
Roxan se levantó, con movimientos casi robóticos, y se dirigió a su habitación. Sus pupilas se alargaron y estrecharon, dándole una forma de gato, y su color verde pasó a ser naranja y rojo. Abrió el armario, y se puso a buscar lo que quería. Al rato, después de haber puesto patas arriba el cuarto, saco una caja grande con un lazo. Un regalo que jamás abrió porque jamás antes lo habría usado. Pero ahora sí.
Arrancó la tapa de la caja, y miró con una enorme sonrisa su interior. Dentro había un mono negro de cuero y unas botas también de cuero negras con un impresionante tacón de aguja. No recordaba quién se lo había regalado, ni le importaba ahora mismo.
Simplemente se lo puso, se miró al espejo y dijo:
-Barbie… Muérete de envidia.
Se había dejado un enorme escote que llegaba hasta la mitad del vientre, y se había vuelto a colocar el camafeo de corazón que antes aborreció a causa de Él. Sonrió de manera pícara al recordar a Albert Wesker, su ex capitán.
-Cariño, no sabes lo que te pierdes… Seguro que tú y yo hubiéramos disfrutado mucho juntos…-dijo con un tono de voz seductor, y lanzó una risa malévola.
Salió a paso apresurado de allí, y dio un portazo. Esta noche me lo voy a pasar realmente bien…, se dijo ella.
No me seáis malpensados, eh! XD Es un poco lioso, ¿verdad? XD
Eso sí, os voy a explicar por qué hay momentos en los que digo Roxan y otros en los que digo Pheseans:
El Proyecto P es uno de los proyectos más antiguos de Umbrella, que consistía en crear un niño perfecto, con el ADN de dos grandes científicos, idóneos paar el Proyecto P: Nathan Philips y Drake Jones, cuyo ADN sería introducido en el cuerpo de una mujer de gran resistencia e intelecto, Caroline Rex. Pero resulta que salió niña, cosa que no hizo mucha gracia a Drake y Caroline, ni a Spencer. Pero Nathan siempre tuvo un estrecho lazo de unión con la niña, a la que llamó Roxan auqnue el Proyecto P exigía que su nombre empezara por P, asi que Drake decidió ponerle Pheseans.
Nathan siempre se negó a que experimentaran con ella, mientras que Caroline y Drake le importaba bien poco la niña.
Pheseans/Roxan siempre tuvo un ligero problema de desdoblamiento de personalidad, ya que por una parte era buena, tímida e inocente y por otro mala, lista y seductora. Su lado bueno era Roxan, por parte de Nathan, y su parte malvada era Pheseans, por parte de Drake. Supuestamente el Poryecto P falló ya que Nathan no le suministraba lo que le debía inyectar, así que la parte con poderes, Pheseans, desapareció. Al menos eso creían.
Ahora que Cassandra y Reynald le han inyectado el T-virus,Pheseans ha vuelto. Pero el inconveniente está en que Roxan no le permite salir, insconcientemente, así que Pheseans se apodera de ella por las noches cuando no puede hacer nada por evitarlo.
¿Qué, os ha gustado?